Hace poco estuve de regreso y, aunque ahora el Clú se volvió una especie de jardín de infantes mutante (qué viejos estamos) y los pequeños fueron los que acapararon todo, igual los ancianos del Clú nos tiramos un par de partiditas de King of Tokyo.
Es un juego de mesa sencillísimo creado por Richard Garfield, el genio detrás del primer Magic: The Gathering, padre del género de los juegos de cartas coleccionables. Pero, no por sencillo, carece de alegría a borbotones.
Los jugadores son monstruos gigantes que atacan la ciudad y la bahía de Tokio, un homenaje a las viejas películas japonesas. Se tiran dados para sumar puntos de victoria, cubos de energía y ataques. Los monstruos que están en la ciudad dañan a los que están afuera, y viceversa. Se puede ganar acumulando puntos de victoria o eliminando a todos los monstruos enemigos, y con los cubos de energía se pueede comprar cartas de poderes. Hay también una expansión que agrega evoluciones y habilidades especiales para cada bicho. Por ejemplo, yo estuve jugando con un gorila colosal con cerebro gigante gracias a una de las cartas que compré, y eso me permitía tirar más veces los dados en mi turno.
Las partidas duran unos 20 minutos, a veces un poquito más, y en general es una experiencia simple pero divertida. Ya me lo encargué para probarlo en clases porque su mecánica me parece buenísima como ejemplo de simplicidad.