¡Estuvimos en la 1º Pampa Game Jam – edición Gral Pico!

Los cuatro fantásticos en Mamül Mapu. La maestra pokémon de la laguna. Una excursión a los indios ranqueles. El dulce de leche de la Mimosa.

El viernes temprano llegamos mal dormidos a General Pico, la segunda ciudad más importante de La Pampa. Un rato antes, desde el micro que nos trasladaba, vimos el más espléndido amanecer: un disco perfecto, metálico y dorado asomando desde la línea del horizonte. Ver esos amaneceres para nosotros –los de las grandes ciudades– que nunca vemos cuando el sol sale, nos recuerda que las metáforas de los poetas no exageran y entendemos por qué las culturas solares reverenciaban el oro.

Pero volviendo a lo nuestro, llegamos a Pico (así le dicen allá, sin el grado militar) con mucho sueño después de ocho horas de viaje desde la terminal de Retiro. Dan, Kadix (Claudio Freitas), Dani (Daniel Ontivero) y yo sentíamos que bajábamos de un platillo volador y no del Cóndor Estrella Cama Suite. Los pampeanos pícaros que nos recibieron nos decían los «cuatro fantásticos».

¿A qué fuimos? Bueno, a coordinar una game jam organizada desde el Ministerio de Desarrollo Social (MDS) del gobierno de La Pampa. Era la primera vez que se hacía un encuentro de este tipo en la provincia, así que era un desafío tanto para nosotros como para el ministerio.

Laburamos codo a codo con Yoli Carrizo y José Nemesio del MDS. Revoleamos los bolsos en la habitación del hotel y nos pasearon por Pico. Sorpresa fue encontrarnos no con pueblo grande y chato, sino con una ciudad pequeña pero con todo lo necesario. Hay sedes de la Universidad Nacional de La Pampa (UNLPam): facultad de Ingeniería, de Ciencias Humanas, de Veterinaria y tal vez de alguna más. Son edificios modernos, bien equipados y rodeados de jardines. Hay una escuela de Bellas Artes de nivel terciario. También un hospital enorme con especialidades complejas. Tienen un museo regional y dos cines ¡remodelados a nuevo! Un paseo ferroviario, unas cuantas plazas y parques, calles arboladas con anchura de avenida, peatonal con lindos negocios. Y lo que más nos gustó: una reserva natural, que es un capítulo aparte.

De la reserva Benicio Delfín Pérez jamás podremos olvidar a Marga (Margarita Cervio), que además de Secretaria de Turismo de Pico, es una apasionada del avistaje de aves. La tiene tan clara y da unas explicaciones sobre cada pajarraco que hay en la laguna, que nos hizo despertar un genuino interés por un tema que ni nos habíamos molestado en pensar. Lleva encima una cámara con un súper zoom y se dedica a cazar imágenes de pájaros como si fueran Pokémon. ¡Es impresionante lo que sabe!

Marga nos hizo una fiesta cuando logró una foto de un aguilucho caracolero (o algo así) porque parece que le dimos suerte. Para quien aún no sepa, la gente que hace «birding» compite por la mejor foto, además a ojo de buen cubero cuentan cantidad de aves de una bandada y con mucha precisión.

Nos fuimos a dormir borrachos de sueño tras el día largo. El sábado a la mañana iniciamos #pampagamejam en la facu de Ingeniería. Después del acto de apertura con la ministra Fernanda Alonso y el decano Hernán Prieto pusimos manos a la obra. De los cien inscriptos se juntaron más de cincuenta, desde los 10 años para arriba. El grupo fue de lo más heterogéneo: ingenieros, programadores, músicos, artistas de bellas artes con nula experiencia digital, otros que sí la tenían, cerebritos infantiles y hasta un profe secundario de la Técnica que se vino con una banda de alumnos. No sólo había gente de General Pico, vinieron de Santa Rosa, Doblas, Villa Mirasol, Eduardo Castex y Winifreda.

Después de armar los grupos de trabajo largamos la consigna: la cultura ranquel. Algún pibe nos hizo un mohín de disgusto, y lo entendemos, porque en las escuelas aprendemos esos temas de forma muy aburrida. Invitamos a la jam a Nazareno Serraino, lonko de la comunidad Rosa Moreno Mariqueo y a Fermín Acuña, de la Comunidad Baigorrita, y se re coparon asesorando a los pibes para elegir el tema de sus videojuegos. Grabaron música, hicieron bailes rituales, hablaron en rankul, contaron su cosmovisión, la diferencia entre una y otra cultura (los que no estamos informados, ¡tenemos una ensalada en la cabeza! ¡no sabemos nada nada nada, y repetimos sin saber!). El territorio que hoy ocupa La Pampa era territorio ranquel y se lo llamaba Mamül Mapu (país del monte o tierra de carrizales). Estaba lleno de lagunas y monte, y en esa época las aguas del río Atuel, hoy en controversia con Mendoza, corrían caudalosas por allí.

Nazareno (tocando trutruka), Yoli (batiendo el kultrún, solo lo pueden tocar las mujeres) y Fermín (con pifilka).

El segundo día, el domingo, pocos participantes habían dormido –y el que pudo, pudo apenas– pero ninguno abandonó el trabajo. Para el cierre de la jam apuraron prototipos, quedaron en el camino muchas ideas de diseño para poder presentar algo más cerrado. Pero como todos sabemos, importa más el proceso que el resultado final.

Nos gustó mucho cómo se relacionaron en los grupos. Sabemos que aprendieron muchísimo, resolvieron cosas corridos por la necesidad. Se veían algunos haciendo gráficos complejos en la pizarra del aula, otros fueron más caóticos. ¡Pero todos presentaron su proto! Quedaron chochos, esperando una nueva oportunidad.

En todos lados hay interés por el tema de videojuegos, solo hay que generar los espacios de difusión y formación de profesionales. En Pico, hay gente capacitada que puede capacitarse aún más, hay infraestructura y hay accesibilidad, y hay motivos para pensar en otras formas de producción que no tengan que ver sólo con la agroeconomía, una actividad que crece y se tecnifica, pero expulsa mano de obra.

 Cerebritos adolescentes (parecen los de Stranger Things)
Diferentes estadios de los prototipos.

Nos fuimos de Pico, cada uno con su pote de cartón de dulce de leche. Nos los regaló Yoli, que nos contó de la Mimosa, una vaca que hace que el dulce sea fuera de serie. Nos encantó conocer La Pampa, una provincia que solemos atravesar por la ruta yendo hacia otro destino pero donde nunca paramos. Nos gustaron no sólo sus paisajes –esas inmensidades que algunos infravaloran porque no hay mar ni montañas, tontos– sino por la buena onda de la gente y la predisposición por hacer. 

Sacando humo de la cabeza.
Reserva natural urbana Benicio Delfín Pérez.
Fermín haciendo el choique purrún (danza del ñandú).

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