La charla fue en el marco de #EstaciónJuego, una versión de #EstaciónCiencia, programa que lleva adelante el Ministerio de Ciencia, Tecnología e Innovación de la Provincia de Buenos Aires. Esta vez, coincidiendo con las vacaciones de invierno, le dieron la impronta específica de juego.
Acostumbrados a tratar con “gente adulta” -esos que tenemos más de 18 años y muchas facturas que pagar antes de que venzan- con sorpresa nos enfrentamos a un auditorio compuesto exclusivamente de pequeños humanos de entre 8 a 12. Ni siquiera había de esos transitando sus complejos años de adolescencia. No, eran niños de los que se ponen el guardapolvo blanco para ir a la escuela. Y, para colmo, Dan les tiene alergia. Dice que son horribles y gritones. No sé cómo crió dos hijos, él dice que los criaron las computadoras. Creer o reventar.
La tarde del domingo se puso oscura y comenzó a caer una llovizna helada. No nos faltaron ganas de hacernos una bolita en la cama del hotel y evadir todos nuestros compromisos. Pero el deber se impuso a la flojera. Decidimos “readaptar” nuestra charla para que no se nos aburran los chicos. “Hagamos de cuenta que vos sos Panam y yo Topa”. “Dejate de joder, Dan, que estoy nerviosa. No nos van a dar bola los mocosos. ¡Esto va a ser un fracaso!”.
Por los altoparlantes anunciaban que en breve comienzaría nuestra gran charla gran. Las sillas se iban llenando. Para hacerla corta, ni bien empezamos nuestra exposición, los pequeños humanos nos dejaron bien en claro que ellos la saben lunga. Por más enanos que sean, manejan conceptos complejos que la mayoría de los adultos (entre los cuales es posible hallar a padres y maestros) no sospechan que existen.
Tuvimos que abrirles el micrófono porque tenían muchas cosas para decir. Nos hablaron de los problemas de seguridad en las compras integradas (en esos términos), la diferencia entre clonar y tomar elementos de un juego para adaptarlo a otro, la importancia del gameplay frente al aspecto visual. Demostraron que conocen tanto los juegos actuales como los viejos (¡de los ochenta!), saben los nombres de las empresas desarrolladoras de cada título y tienen una visión crítica de los defectos que tienen algunos juegos: uno nos dio su opinión sobre cómo mejorar League of Legends (¡atento, Riot!). Nos hablaron de juegos de rol y de juegos de mesa clásicos y de los de ahora.
Lo que sí les dijimos -y que les vino bien saberlo- es que en nuestro país ya se hacen videojuegos y muy buenos. Que para eso se necesitan ingenieros, programadores, artistas, músicos, game designers, productores, guionistas, etc, etc, etc. Un videojuego necesita del trabajo de muchas personas con saberes muy diferentes.
¡Y aprovechamos para contarles que uno de sus coterráneos, Joaquín Ibarlucía, un tandilense, es uno de los responsables de un juego hermoso, que tuvimos oportunidad de probar y que se está por lanzar al mercado en agosto: Juanito Arcade Mayhem. Se les abrieron bien grandes los ojos a los chicos y a los padres que andaban parando la oreja. Y que, además, otro tandilense –Mariano Guerino– trabaja desde esa ciudad e hizo la música para Juanito.
Al final Dan lo disfrutó un montón, lo mismo que yo. Al iniciar pensamos que la charla iba a durar media hora como mucho, por eso que se dice que los chicos no pueden retener mucho tiempo la atención. Lo cierto es que tuvimos que cortar porque podría haber sido eterna si fuera por ellos. Estaban entusiasmados, pero no por lo que decíamos sino porque así son cuando encuentran un espacio para hablar de lo que les gusta. Nos pasa lo mismo a nosotros “los adultos”.
Después de las fotos, hubo un chico -uno de los que más participó- que en un aparte nos dijo que él se va a dedicar a los videojuegos “sea como sea”. Con esa determinación habló. Con esa pasión. Dan sacó un ejemplar del libro que siempre lleva en su mochila envuelto en un sobre de papel madera (Estructura lúdica, escrito por él): “Te doy esto, no se lo digas a nadie, pero leélo”. Su carita nos dijo todo, porque los ojos se le humedecieron. ¿Lo leerá? ¿Le servirá? ¿Dentro de un año o de diez, seguirá deseando hacer videojuegos? Quién sabe. Ojalá que sí.
Nos fuimos pensando. A los chicos de ahora no hay que darles cátedra porque si nos descuidamos saben más que nosotros. Son muy inteligentes y rápidos. Tienen toda la información. Solo hay que ayudarlos a procesarla y dirigirla hacia un objetivo. No dimos una charla en #EstaciónJuego, los chicos nos dejaron charlar con ellos y no al revés. Y eso nos gusta.