1883
Kioto
La ciudad de las narices rojas
Fusajiro trabaja desde el amanecer cortando madera, alisando papel y amasando arcilla, materiales para fabricar karuta. Por la tarde se esmera dibujando flores y símbolos sobre las pequeñas cartas bajo la mirada atenta del maestro artesano. El taller está escondido cerca de la calle principal, siempre atiborrada de carretillas y transeúntes. Todos dirían que es una carpintería.
Los clientes llegan a diario, y se reconocen porque esperan en la tienda rascándose la nariz con insistencia. El mismo gesto se usa para entrar a las invisibles salas de juego, a menudo ocultas en la trastienda de los bares y en el humo del tabaco. Esto de rascarse tanto la nariz viene del demonio Tengu, que es mitad pájaro, mitad hombre, y lo mismo acarrea presagios de guerra como auras de protección. Es tarea de Fusajiro distinguir entre hombre y demonio para preguntarle qué cosa quiere comprar. Tengu siempre tiene la cara roja y una nariz muy larga, y cuando sale del taller lleva una o dos cajas de madera con su carga secreta.