ficción lúdica

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1603

Edo

El juego de las flores

El flamante shōgun Tokugawa Ieyasu ve con preocupación a los misioneros jesuitas, que trabajan incansables convirtiendo a los japoneses al cristianismo. No solo traen un dios nuevo, también desviaciones y el olvido de la tradición. Con mano firme, manda cerrar las fronteras, exterminar a misioneros y convertidos, y prohibir cualquier tipo de entretenimiento occidental. Los juegos que los marineros portugueses llaman Carta, y los japoneses pronuncian karuta, se usan para apostar, y en vez de desaparecer pasan a la clandestinidad. Les cambian las reglas y las ilustraciones, y los nombran: Hanafuda, juego de las flores.

 


Marvin Clock

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