ficción lúdica

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1930

Youngstown, Ohio

Una Whiffle de Navidad

La nieve endurece las calles y la vida de los habitantes de este pequeño pueblo a medio camino entre Nueva York y Chicago. Son los años de la Gran Depresión, y las cosas van de mal en peor. Arthur Paulin, carpintero de oficio, gana lo mínimo indispensable para mantener a su familia arreglando las cercas y tejados que rompe el feroz invierno. La Navidad está a la vuelta de la esquina, el mismo día que su hija cumple quince años.

Arthur se devana los sesos pensando en un regalo, pero tiene los bolsillos vacíos de esperanza. La suerte le cambia cuando sube al viejo desván familiar, porque viene en ayuda el espíritu de su abuelo. En un baúl arrumbado entre pilas de tablas y cajas con chucherías que nadie ha visto en cuarenta años, Arthur encuentra una pequeña bagatelle, juguete pasado de moda. El vidrio no está roto, pero luce sucia y desgastada. Como es lo mejor que tiene, el carpintero limpia, pule y barniza la preciosa tabla, lustra las bolas de marfil, cambia un resorte y endereza clavitos toda la noche hasta que luce como nueva. Es una pieza muy hermosa, parada en cuatro patas decoradas, y aunque no parezca el presente adecuado para una niña, ya casi mujer, Arthur lo envuelve en un papel brillante y le agrega una rosa temblorosa de frío. Esa Navidad los amigos de la familia y los curiosos del vecindario se agolpan en la casa de Arthur, que sonríe porque sonríe su hija. La bagatelle es el fenómeno de la Navidad en Youngstown. Y entre los amigos que brindan a la medianoche está Myrl Park, que tiene una tienda de reparación de radios, que tiene un conocido Earl Froom, que es electricista y bueno para los negocios. No mucho tiempo después, con el permiso de la dueña del aparato, los tres le agregan un sistema de operación por monedas y lo llevan a un almacén de ramos generales, ganga de cinco bolas por diez centavitos la partida. A la hora hay fila y en la barriga de la bagatelle, una astronómica suma de dos dólares con sesenta centavos, que es más de lo que gana Arthur por un día congelándose en los techos. Negoción, dicen los empresarios, que de repente son empresarios porque deciden abrir una fábrica. Así nace Automatic Industries. En la Navidad del año siguiente la bagatelle de Arthur, bautizada Whiffle Board, tiene veintisiete mil hermanitas en toda la ciudad y Arthur ya no anda subiéndose a los tejados.

 


Marvin Clock

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