ficción lúdica

53

1885

Estados Unidos

Aмериканские горки

Catalina la Grande manda a mejorar el tobogán helado de Pedro I, tal vez incorporando ruedas al trineo, y hace construir uno para uso exclusivo en los jardines del fastuoso Palacio de Oranienbaum, a las afueras de San Petersburgo.

La montaña rusa sigue evolucionando durante los siguientes siglos, pero fuera de Rusia. Con pista cerrada, con ruedas, con raíles, con carros individuales o con carritos encadenados. Al tobogán primitivo de la nobleza zarista se le adhiere la complejidad industrial del ferrocarril, muy similar al que transporta carbón en vagones desde el yacimiento hasta el punto de carga. Desde la década de 1880 se patentan varios modelos de montañas rusas porque se innova a cada rato. John Taylor, LaMarcus Adna Thompson y John Miller son algunos de quienes diseñan estos circuitos de vértigo de metal y madera, que otros inversores ponen en pie en los grandes parques de diversiones norteamericanos. Y así es como en el siglo XX Estados Unidos se convierte en el gran propagador mundial de roller coasters, y tanto, que en tierras de Pedro y Catalina la Grande ya le dicen «montaña americana»: aмериканские горки.

 


Marvin Clock

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