ficción lúdica

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1976

South Portland, Maine

Inteligencia artificial

Fairchild Semiconductor investiga nuevas tecnologías desde 1957 y pasa de hacer circuitos integrados de germanio al nuevo material de silicio, clave para el desarrollo tecnológico en Silicon Valley. Es la primera empresa que ofrece un circuito integrado comercialmente viable, y como se sube a todo lo nuevo, cuando crea su chip F8 de 8-bit presenta para ejemplo una consola hogareña que llama Fairchild VES, por Video Entertainment System. Después cambia de nombre, mordida por Atari, cuya nueva consola tiene nombre parecido –Video Computer System, más tarde Atari 2600–, y se renombra por Fairchild Channel-F.

El caso es que la consola trae muchas novedades al naciente mundo de los videojuegos. Muestra gráficos en un solo plano, una resolución de 128 x 64 píxeles, cuatro colores por línea y RAM de 64 bytes, pero la principal es que se trata de la primera en tener un microprocesador y cartuchos de ROM intercambiables. También trae dos tipos de Pong ya incorporados al circuito. Pero además tiene treinta y dos juegos, que van de los clásicos de tenis, béisbol y combate, hasta damas, trivias y acertijos matemáticos. Cuatro juegos vienen en cada uno de los ocho cartuchos que van saliendo, y de esta manera incentivan algo nuevo: las ganas de coleccionarlos a todos. También viene con dos modernidades más: los controles en forma de pepino no están en la consola, van unidos a esta por cables, permiten moverse en ocho direcciones y son sensibles al movimiento giratorio de la muñeca, ideal para los juegos de tenis; por fin un botón de «Hold», capaz de pausar y cambiar la velocidad de los juegos a gusto del paladar. ¿Algo más? Por primera vez existe algo parecido a una IA, una inteligencia artificial que permite a un jugador competir solo contra la máquina. Es toda una revolución, y Nolan Bushnell, que está en un proyecto parecido, siente que lo persiguen cinco mil indios para despellejarlo. Es una fabulosa carrera contra el tiempo. Pero que nadie se preocupe, apenas es otro año difícil. Aunque a la Channel-F le irá muy bien
–incluso tiene un precio bastante atractivo de ciento sesenta y nueve dólares– y llegarán a salir varios modelos con mejoras, e incluso cambiará a las manos de otra empresa, no podrá contra el embate de Atari VCS, Intellivision y Odyssey2 y pasará a juntar polvo en 1978.

 


Marvin Clock

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