1969
Murray Hill, Nueva Jersey
El astronauta
Con veintiocho años, Ken Thompson es ingeniero eléctrico y creador de lenguajes de programación. Mientras trabaja en Bell Labs, la compañía de investigación fundada por Alexander Graham Bell en 1880, futura propiedad de la firma finlandesa Nokia, inventa un simulador de vuelos espaciales, porque así puede pensar mejor en las funciones que necesita un sistema, y porque alunizar es moda.
El objetivo es más ambicioso que el de la agencia aeroespacial: estacionar una nave en los planetas y lunas del Sistema Solar, representado con tamaños y distancias realistas, salvo por las órbitas perfectamente circulares. El usuario, que lucha contra las enormes fuerzas gravitacionales, puede manipular el ángulo y la aceleración de su cohete ingresando rudimentarios comandos de texto. La simulación se ve en dos planos, y de lejos parece un simple entramado de líneas sobre un fondo negro. En ese entonces, ni los grandes computadores pueden hacer más, pero Thompson quiere empujar la tecnología tan lejos como pueda. Space Travel era un proyecto en Multics, que luego debió pasar a Fortran para correrlo en un mainframe GE 635, pero cada vez necesitaba más y mejor ingeniería. La solución está en un PDP-7, y entonces decide escribir su propio lenguaje para que todo funcione mejor. Trabaja y fuma duro este barbudo todo el año. Requiere muchas funciones y análisis, librerías y subsistemas, pero lo consigue.
En este andar se forman las bases de Unix, que todos reconocen como lenguaje de programación cuando el viaje por el espacio lo aterriza, junto a su colega Dennis Ritchie, en un lujoso PDP-11. Sin Space Travel, dice el astronauta Thompson, sonriente con el casco bajo el brazo, nunca hubiese existido este lenguaje. A Ken Thompson también se le atribuyen el lenguaje original B, predecesor directo del C, y muchas otras invenciones del estilo. En 2006, el ingeniero estará inventando más lenguajes poderosos en su nueva súper oficina de la astronave Google.