ficción lúdica

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1966

New Hampshire

El cuarto secreto

Ralph Baer tiene 44 años y es el jefe de ingeniería de Sanders Associates, un poderoso contratista militar. Una tarde de primavera está esperando en la terminal de buses del East Side, luego de asistir a una reunión de negocios de la compañía. Nueva York es cada año más imponente, crece a un ritmo vertiginoso. La gente se agolpa en las veredas de cemento, el tráfico nunca para. «Pronto será otoño», piensa, observando los ómnibus que entran y salen.

Algunos papeles vuelan entre las ruedas negras y el humo de los escapes. La mente del ingeniero regresa en el tiempo, a un andén y un tren de la lejana Múnich. A los árboles desnudándose. A las maletas y la muchedumbre. La Kristallnacht le provoca dolor, como a todos. «La vida es un juego de luces y sombras», murmura, con la vista en el piso, y entonces se asombra, porque así es como llegan las ideas que cambian al mundo. En el viaje de regreso a Nashua escribe notas y hace cuentas. Puede crear una máquina para jugar que se conecte directo al televisor. Las personas podrían divertirse sin salir de sus casas, podría hacerlas felices.

Baer tiene a su cargo el sexto piso de Sanders, donde hay un pequeño cuarto que nadie usa. No puede explicar a sus jefes la idea, no sin un prototipo. ¡Además, la empresa produce tecnología militar! Ralph sabe que está metiéndose en un lío, pero el impulso es irresistible. Confía el proyecto a uno de sus técnicos de confianza, Bill Harrison. Le entrega una copia de la llave del laboratorio secreto y ambos acuerdan trabajar fuera de horario en la inusitada travesura.

 


Marvin Clock

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