ficción lúdica

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1959

El Segundo, California

De esas que cuando se agitan sudan chanel number three

Ruth Handler da la pelea en Mattel. Cuesta romper los esquemas y los miedos de su marido Elliot y Harold Matson. Pero ella está segura de una cosa: si fuera la niña que fue imploraría ante sus padres por esa muñeca-mujer que hoy tiene en mente.

Una pequeña muñeca que sea como su madre, que usa esos hermosos vestidos que no le deja tocar, pero que algunas veces, cuando sale de casa por unas horas, va a hurtadillas hasta su ropero y se los calza. Un vestido corto le queda como uno de princesa, tocando el piso. Debe caminar con cuidado para no arrastrar el ruedo y evitar que se ensucie. Si su madre la descubre viene una reprimenda que dura varias semanas.

Una muñeca que sea como su tía joven. Alta y esbelta. Sus piernas torneadas atraen las miradas de los hombres, pero ella actúa como si no lo notara, sigue caminando ajena a lo que pasa, como una diosa terrena. Ruth niña siente un cosquilleo que desciende por su cuerpo y se sonroja. De grande quiere ser como ella.

Una muñeca que sea como la prima adolescente, linda y sonriente como un ángel, que se transforma en demonio cuando habla de chicos con sus amigas. Presenciar esas charlas, entre risotadas ahogadas para mantener una falsa discreción, repletas de anécdotas y descripciones con amor por el detalle, es su educación sentimental. Son conversaciones secretas, y un pacto tácito sella la absoluta lealtad entre esa cofradía de nínfulas.

Una muñeca como Lilli, la alemana, dice Ruth, pero con características más americanas. Es decir, borrados aquellos aspectos que puedan amonestar la Liga de Padres por la Decencia o cualquier otra asociación que crea defender los altos valores morales de la sociedad. Harold y Elliot la miran sin terminar de convencerse. 

Finalmente, Ruth se impone y la nueva fashion doll infantil es presentada en una feria de la industria juguetera en Nueva York.

Barbara Millicent Roberts, a la que todos llaman Barbie, nace en Willows el 5 de marzo de 1959. Es rubia, alta, y viste un traje de baño enterizo a rayas blancas y negras, como si fuese de cebra. Unos gruesos aros dorados penden de sus orejitas, lleva el cabello recogido en un peinado y un maquillaje perfecto. Tiene puestos unos zapatitos negros de taco, que son todo amor.

La chica plástica estará en el ojo de la tormenta desde su nacimiento. Deberá achicar sus pechos, demasiado notables para algunos padres. Con el tiempo cambiará su rostro, tan parecido al de Lilli. En 1961, conocerá a su eterno novio, Ken Carson. Y renovará su guardarropa a medida que pasen las décadas. Intentará adecuarse a nuevas demandas de la sociedad, que acusa a Barbie, porque en ella ven al arquetipo de rubia californiana, bonita y hueca, habitué de salones de belleza y caminadora serial de shopping centers.      

 


Marvin Clock

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