ficción lúdica

05

1255 a.C.

Valle de las Reinas, Egipto

Nefertari, la victoriosa

La Señora de todas las tierras, Esposa del dios, Por la que brilla el Sol, Nefertari, la hermosa y poderosa faraona, un día muere. Ramsés, su consorte, el rey arquitecto, queda desolado. Nefertari nunca fue la principal del harén, sino una cabeza política femenina como pocas veces se dio en la larguísima historia del Egipto.

Su tumba en el Valle de las Reinas, a la vera occidental del Nilo, es una de las más bellas jamás construidas. Su cielorraso azul como el lapislázuli está marcado de estrellas para que la reina las contemple durante su noche eterna. En cambio en las paredes predomina el blanco porque Nefertari fue un espíritu luminoso. Las pinturas plasman escenas de su vida y de su tránsito al transmundo, y de cómo mediante la ayuda de los sortilegios adecuados supera el juicio del recauchutado Osiris, quien le permite habitar los paradisíacos pantanos de Aaru.

En una de esas escenas se puede ver a Nefertari de riguroso perfil, con su ojo derecho tan delineado con kohl que parece un pescadito. Tiene un vestido de tela vaporosa que revela su piel cetrina y la perfección de su cuerpo. Las puntas de las sandalias se arquean tan hacia arriba como las barcazas que navegan el río. Con una mano sostiene un abanico, pero el calor no le impide vestir su enorme collar y su tocado dorado de reina. Con la otra mano, mueve una de las cinco piezas de Senet, de las que son alargadas. Las otras piezas, más chatas, en forma de carrete, tal vez las mueva su alma, tan liviana y pura que no se ve, o un ser mágico e infernal. Están por iniciar el juego y habrán de recorrer hasta el final las treinta casas del tablero, distribuidas en forma rectangular en tres líneas de diez. Las fichas se mueven en el tablero como la serpiente.

Al primer tiro de astrágalos o palillos marcados, según caigan, Nefertari verá cuántos casilleros avanza. El punto de partida está señalado con el jeroglífico ankh. En el recorrido hacia la salida, si puede capturar una ficha desprotegida de su contrincante lo hará y pondrá la suya en el lugar que quede vacante. Si por el contrario las fichas adversarias están colocadas una consecutivamente a la otra, no podrá comerlas. Si hay tres fichas contrarias en línea no podrá siquiera saltarlas y deberá retroceder. Y eso no es bueno. 

Hay casas benéficas como nefer, que está en el casillero veintiséis del tablero. Pero caer en la siguiente, en la casa del Agua, es una verdadera desgracia porque habrá que volver al principio. Las tres últimas casas también son especiales; La de las Tres Verdades y la de Re-Atum. La de Horus, la número treinta, es la de la salida.

Nefertari está tranquila, no puede perder. Es reina porque es diosa, y diosa porque es reina. Y su amado Ramsés no dejará que los artistas pinten más que su victoria.


Marvin Clock

[04:05:15]   4, 5

 

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