ficción lúdica

113

1962

Massachusetts

La primavera de Spacewar!

Ya que tuvo la idea, Steve debe encargarse de programar Spacewar!, que nadie sabe cómo llega a llamarse Spacewar!, aunque es casi seguro que fuera cosa suya. Steve, sin embargo, desde chiquito es medio flojo y deja pasar un par de semanas, en las que no mueve un dedo. El reclamo no tarda en llegar. Toda la universidad quiere usar el PDP-1 y ya casi no hay turnos. El club está quedándose atrás. Puesto bajo la lupa y tras un par de amables cachetazos, Russell explica que no consigue una buena rutina para calcular senos y cosenos, pero al día siguiente otro de los miembros del club, Alan Kotok, vuelve con la solución proporcionada por la mismísima DEC y ya no le quedan excusas.

Steve desaparece y reaparece en primavera más delgado, con el cabello corto y la primera versión del juego. Es un duelo espacial entre navecitas. Dos jugadores pueden dispararse torpedos y dar saltos hiperespaciales. Estos, al azar, los arrojan en otro sector de la pantalla o los hacen estallar. Steve ha agregado un fondo de estrellas para que se note el desplazamiento de las naves. Spacewar! es un éxito instantáneo, aunque a los demás les parece muy difícil y deciden mejorarlo antes de su presentación ante el resto de los estudiantes y profesores, porque estos últimos suelen mirar con sorna los proyectos del club. Los muchachos dedican varias noches y cervezas al estelar asunto. Dan Edwards agrega un sistema de inercia y una estrella gravitacional en el centro de la pantalla que atrae a las naves que pasan cerca, de manera que el juego tenga algo de estrategia. Peter Samson reemplaza el fondo de estrellas de Steve por un mapa astronómico realista tomado de otro proyecto. Alguno decide limitar la cantidad de saltos hiperespaciales. Alan Kotok y Bob Sanders fabrican un dispositivo de control para facilitar la maniobra de las naves. El resultado es salvaje y viral.

Spacewar! es el primer videojuego –dejando de lado Tennis for Two, que funcionaba en un osciloscopio– y el que da inicio a una andanada de proyectos similares en todas las universidades del país y de afuera del país. El club se gana la aprobación de todos. No hay nadie que desdeñe un duelo de naves, excepto los administradores de las redes, que borran el juego cada vez que pueden debido a que pone en riesgo la seriedad de la ciencia computacional. Pero no hay manera de parar el entusiasmo. En los laboratorios donde no tienen el costoso equipo, se hacen clones. Incluso DEC decide vender el PDP-1 con el juego preinstalado.

Diez años más tarde, en 1972, la revista Rolling Stone organizará el Spacewar! Olympics, primer torneo del nuevo estelar mundo de los videojuegos.

 


Marvin Clock

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