1973
Silicon Valley, California
Abuelo de los FPS
Steve Colley y Howard Palmer trabajan en el enorme Centro de Investigaciones de Ames, que pertenece a la NASA. Allí disponen de un Imlac PDS-1, parte de una línea de computadores de bajo costo: se puede adquirir uno por el precio de cuatro Volkswagen Beetle. Las Imlac son capaces de mostrar gráficos, por eso conducen a una cantidad de ideas y descubrimientos. Este año, los investigadores sorprenden a sus colegas con un juego de laberinto en primera persona.
El jugador se mueve mosaico a mosaico a través de un recorrido formado por paredes de líneas, pero la gracia es que lo hace en 3D, como si estuviera ahí presente. Y como el juego se vuelve aburrido muy rápido, otros piensan que se debería mejorar de alguna manera. Entonces conectan dos Imlac usando los puertos serie. Ahora dos jugadores pueden ver el nombre de cada quien, y un poco más tarde borrarse de un tiro, que vendría a ser un golpe de tecla. Todavía un poco después y en otra versión, los contendientes son ojos gigantes que merodean los corredores a la caza uno del otro. Y hasta una broma interna en forma de pato se pasea por el laberinto.
Como todos los juegos de la época, se multiplica en ARPANET. Los estudiantes y a veces los profesores de todas las universidades del país –y también en la NASA– se encierran en interminables batallas. El juego se llama Maze War, o tan sólo Maze, y es el primer «first person shooter» que se conoce. Claro que hay otros que reclaman el honor, como un tal Spasim de Jim Bowery, simulador de viajes espaciales 3D en la red PLATO, donde treinta y dos tipos pueden volar por el vacío, pero sin nada que disparar.
Como acto de arrojo, Bowery ofrece quinientos dólares a quien pueda documentar que existe un juego en 3D anterior al suyo. Tremendo es el legado de Maze, que dará lugar a un par de géneros súper queridos en el mundo de los videojuegos, los de acción en primera persona, y los de rol.