1774
La Chaux-de-Fonds, Suiza
El escritor
A los habitantes de esta desordenada ciudad suiza en el Cantón de Neuchâtel se les da por la industria de lo minúsculo y lo preciso. Los encajes y la relojería son el motor económico. Los Droz son una familia de relojeros, de las tantas que existen por aquí. Pierre Jaquet, el padre, y sus dos hijos, en su taller además de relojes construyen autómatas. Que son relojes que no dan la hora pero lucen iguales a personas.
Estos mecanismos son el último grito de la moda en los círculos elegantes de toda Europa. En los salones la presencia de un autómata anima cualquier tertulia y da pie a interminables horas de conversación sobre la naturaleza humana, la utilidad de la ciencia o la pertinencia de Dios, lo que los convierte en objetos muy requeridos.
Los Droz tienen obras maestras en su haber. La pianista, El dibujante y El escritor. La pianista es una elegante fémina que supera las dos mil piezas. Luce un vaporoso vestido con detalles de encaje, el otro gran recurso de la región. Toca con sus delicadas manos las teclas de un órgano verdadero, mece su cuerpo con delicadeza acompañando la melodía y su pecho parece respirar. Al concluir su concierto, mira a los presentes e inclina su cabeza en señal de respetuoso saludo.
El dibujante es un niño sentado al pupitre. Primero, el lápiz de grafito realiza un bosquejo rápido. Luego repasa las líneas, imprimiéndole carácter. Más tarde procede al sombreado y por último da los detalles finales. El niño sabe hacer sólo cuatro diseños: un retrato de Luis XV, una pareja real, un perro que lleva el título «mon toutou» y un Cupido sobre una carroza que arrastran unas mariposas.
Pero el escritor es su Gran Obra. Tiene seis mil piezas y tardaron muchos años en construirlo. Es tan perfecto que humedece su pluma en el tintero, la sacude con suavidad para no manchar el papel y hasta puede uno dictarle una carta no muy extensa. El día que lo muestran al público, Pierre susurra en su oído «Sed bienvenidos a Neuchâtel» y el pequeño escribiente obedece y anota la frase con su caligrafía prolija. En todos los presentes causa asombro. Y después del asombro, la admiración iluminista o el miedo medieval. Ese día algún miedoso había hecho la denuncia. Hoy, un año después, el señor Droz es absuelto luego de un proceso por brujería.