ficción lúdica

27

1418

Milán

Ludus Triumphorum

En silencio los tesoros árabes invaden Europa. Viene de todo en el constante hormigueo de las caravanas que van abriendo rutas comerciales. Vinos y manjares, telas y alfombras, máquinas y artilugios que parecen mágicos; también copias de un juego de naipes, entre otros inventos. La baraja tiene cincuenta y dos cartas grabadas y dibujadas a mano, se dice, por los mejores artistas árabes, por eso son caras y a cada rato aparecen copias con motivos distintos.

En España y en Francia no siempre muestra dioses griegos o pájaros, a veces hay bailarines y puentes, y cada quien le pone un apodo diferente. Los madrileños le dicen Triunfo, los parisinos Triomphe. En Milán juegan apuestas a un tal Trionfi y al Tarot, y, porque los nombres se confunden, a los milaneses les parece buena idea juntar las barajas en una sola.

Como hasta entonces la victoria estaba en el azar de la carta que se da vuelta, los españoles, que son buenos apostadores, inventan la mano que se baja cuando conviene y a la nueva baraja menos afortunada la nombran Hombre, Ombre, L’Hombre, porque se grita «¡yo soy el hombre!» para sellar la victoria.

 


Marvin Clock

[26:27:28]   19

COMPARTIR