ficción lúdica

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Toledo

El hombre de palo

Ya se acostumbró a que lo llamen Juanelo Turriano. Milanés de nacimiento, Gianello Torriani hace décadas que reside en la ilustrísima Toledo. Su pericia en la construcción de mecanismos complejos le vale el cargo de «Relojero de Corte». Y al fallecer su protector Carlos V, su hijo Felipe II lo nombra «Matemático Mayor».

A Juanelo no para de trabajarle la cabeza. Se le ocurren ingenios y artefactos a cada rato. Construye relojes astronómicos como el Cristalino, que marca las horas, los días, los meses y la posición de los planetas. Diseña el mecanismo de las campanas para el Monasterio del Escorial. Y está trabajando en un artificio monumental que permitirá abastecer de agua a la ciudad. Pero en sus ratos libres construye autómatas, que son su verdadera pasión.

Acaba de terminar uno. Es tan alto como un hombre. Luce como un hombre. Camina como un hombre y mueve la cabeza, los ojos, la boca y los brazos. Juanelo lo viste con ropas de monje. A diario recorre el trayecto entre su casa y el Palacio del Arzobispo. Los vecinos lo llaman «el hombre de palo». Luego del susto inicial al notar que su rostro es de madera se acostumbran, pero igual se persignan al cruzárselo. El autómata lleva una alcancía con una ranura. Se inclina respetuoso cuando un óbolo cae al fondo de la caja. 

 


Marvin Clock

[29:33:42]   7, 8

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