ficción lúdica

29

1515

Amboise

El león y la flor de lis

Está instalado cerca del palacio real desde que el rey de Francia es su nuevo mecenas. Recibió un encargo y hoy lo presenta. El salón suntuoso está repleto. Nadie de la corte en Amboise quiere perderse el espectáculo. Leonardo Da Vinci tiene fama de genio en toda Europa.

Los músicos dejan de tocar y las conversaciones se apagan. Una puerta doble se abre de par en par. Un anciano vestido a la moda italiana ingresa y con un gesto teatral señala hacia abajo. A su lado un enorme león camina aparatosamente.

Aunque Francia pondera más al pintor que al ingeniero, esta vez su obra es un autómata. El león mecánico de Leonardo oculta un complicado mecanismo muy similar al de los relojes, lleno de engranajes, tornillos, paletas, rueditas y resortes.

El felino mueve la cola y bambolea la melenuda cabeza de un lado al otro. Abre sus fauces dejando ver los colmillos.

Leonardo observa el rostro de Francisco I y se siente satisfecho. Causó el efecto que esperaba. Con disimulo saca del bolsillo de su casaca un pequeño látigo y con más histrionismo que violencia azota a la bestia tres veces. La tercera le da en el abdomen. El golpe acciona una pequeña compuerta en el pecho, que se abre y deja caer una lluvia de lirios azules. El león florentino revela un corazón francés.

 


Marvin Clock

[25:29:33]   7, 8

COMPARTIR