ficción lúdica

242

2001

Nueva York

Las torres fantasmas

La guerra de Afganistán y la guerra contra el terrorismo empiezan oficialmente un día después de los cuatro atentados contra la política exterior de los Estados Unidos, perpetrados por diecinueve miembros de la red yihadista Al Qaeda. Primeras en caer son las torres norte y sur del World Trade Center, dos macizos rascacielos gemelos, símbolo de la gran ciudad y foto obligada para turistas. Los terroristas secuestran dos Boeing de American Airlines y dos de United Airlines y logran estrellar a tres, porque el cuarto cae en campo abierto. Los dos primeros chocan las torres con precisión de piloto experto, el tercero abre un boquete en el Pentágono. El que falla iba a caer de punta en el Capitolio.

Mueren alrededor de tres mil personas y son seis mil los heridos. La conmoción es mundial; hay miedo, dolor y angustia. Se dice, pero no se confirma nunca, que los terroristas han entrenado la casi imposible misión suicida asistiendo a clases de aviación pero, sobre todo –uno de ellos, el egipcio Mohamed Atta– con Microsoft Flight Simulator 2000, que entre sus naves virtuales ofrece un Concorde y un Boeing 777-300.

A la semana, Microsoft anuncia que el World Trade Center será retirado de los escenarios del juego. La industria entera, estremecida hasta los huesos por el horrendo atentado, se pone también en movimiento. Majestic, juego de engaños y conspiraciones, es cancelado. La versión de Max Payne para PlayStation 2 sufre demoras, lo mismo que Grand Theft Auto 3 y State of Emergency, porque tienen terroristas. Las partidas de Counter-Strike se paralizan durante semanas. Desde el Japón, el diseñador Hideo Kojima avisa que revisará Metal Gear Solid para que no resulte ofensivo en los capítulos que transcurren en Nueva York. La película y el juego de Spider-Man son demorados para eliminar las Torres Gemelas del paisaje.

Pero hay un tal M. Michael que crea un «parche» para Flight Simulator que las vuelve a poner en su lugar dentro del escenario, porque dice que es mejor no olvidar. De todas maneras, los edificios son como fantasmas, porque no se pueden chocar: los aviones los atraviesan como si no estuvieran.

 


Marvin Clock

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