1990
Madrid
El cerebro de la bestia
La gran guerra de consolas, como le dice la prensa, ocurre entre el Sega Génesis (en el Japón, Master System) y el recién llegado Super Nintendo Entertainment System o SNES (en el Japón, Super Famicom). Ambos tienen procesadores de 16 bits y una lista de juegos en cartucho que son increíbles y mejoran a medida que pasan los meses.
Mueven gráficos enormes y coloridos, suenan fantástico. La guerra se extiende a los medios, a los jugadores y a la industria de videojuegos completa, porque el dinero llueve para todos. Por supuesto, hay otras máquinas en guerra, como el PC Engine (TurboGrafx-16) de NEC, pero ninguna alcanza el rango de contendiente peligroso.
El SNES es obra del mismo ingeniero Masayuki Uemura. Y se impone, tanto por la política restrictiva de Nintendo, que prohíbe lanzar el mismo juego en otros sistemas hasta que no pase un largo tiempo –cosa que incluso genera las protestas del propio gobierno japonés, porque le parece una práctica desleal– como por el chip Super FX. Este pequeño cerebrillo es un acelerador de gráficos con procesador RISC, capaz de producir imágenes tridimensionales. No existe nada parecido, ni siquiera en Génesis. El primer juego en demostrar la nueva tecnología es Star Fox, otra aventura de acción de diseño Miyamoto, aunque desarrollada por un equipo inglés. Es tan sorprendente lo de ver gráficos en 3D que en España le dicen «el cerebro de la bestia». Y hay otros juegos que dan para hablar: Super Mario World, F-Zero, Pilotwings, SimCity, Final Fantasy, Secret of Mana, Chrono Trigger, Donkey Kong Country, Super Mario Kart, Gradius III, The Legend of Zelda: A Link to the Past, Mega Man X… Muchos de los cuales superan los cuarenta millones de copias vendidas en todo el mundo. SNES es la consola más exitosa de esta era.