1977
Sunnyvale, California
Nace una Stella
Corriendo anduvo Bushnell porque todos tenían la misma idea que él, esto de tirar al demonio los transistores y pasarse a los microprocesadores y a los juegos en cartuchos intercambiables. Cuando venía del susto del lanzamiento de la Fairchild Channel-F, el fabricante de televisores RCA anunciaba también una consola propia casi idéntica, la Studio II. Es un típico problema el espionaje industrial. A todos se les ocurre lo mismo y al mismo tiempo. Bushnell sufría porque no tenía los fondos para fabricar su consola, que lenta pero segura había estado tomando forma con el nombre código de Stella, un diseño de Cyan Engineering, empresa de investigación tecnológica que había comprado para mantenerse al frente de la competencia. Así que había puesto en venta Atari, y el que había picado era nada menos que Warner Communications. La transacción fue de veintiocho millones de dólares. De un día para el otro, Bushnell era rico, y muy feliz: podía jugar con el dinero de otros y seguir siendo el dueño del mundo.
Con el respaldo financiero de Warner, y el genio del ingeniero Jay Miner, que logró comprimir toda la circuitería en un solo chip, el prototipo sale a la venta este septiembre de 1977 con el nombre de Atari Video Computer System –años después tomaría otro nombre, Atari 2600, para diferenciarse del modelo 5200– a un precio de ciento noventa y nueve dólares. Incluye un juego, Combat, clon del célebre Tank de las recreativas. También ocho cartuchos de juegos para vender aparte por menos de veinte billetines. Y un acuerdo jugoso con el socio de siempre, Sears, que lanza la consola como Sears Video Arcade y la vende en todas sus tiendas en los Estados Unidos. Poco le durará la emoción a Nolan Bushnell, porque en la Navidad sólo se venderán doscientas cincuenta mil Atari VCS. Algo más habrá que hacer, grita Bushnell, y entonces los chispazos con Warner empiezan a saltar.