ficción lúdica

123

1969

Kioto

Love Tester

El artilugio tiene dos esferas metálicas y unos cables que van hasta la caja con un medidor de compatibilidad del amor. Los muchachitos ensayan su sonrisa ganadora, la chica se retuerce con timidez; por fin ella elige a uno, se toman de la mano y con la otra agarran las esferas plateadas. ¡De inmediato, la aguja se mueve hasta 40! Ajá. Ahora prueba con el otro candidato. ¡80, casi el máximo puntaje de «unidades de amor»! La chica se toca la mejilla, avergonzada pero feliz, y él, ya ungido por el sorprendente aparato –y de repente con una torta de bodas a la vista–, le da un beso en los labios. ¡El medidor va hasta 100! En la pantalla del televisor brillan las palabras:

Love Tester

¡Ya a la venta en las mejores jugueterías
por sólo 1.800 yenes!

Para jóvenes damas y caballeros.

Es como un mono loco Gunpei Yokoi al frente de su propio laboratorio. No para de inventar juegos. Pasa días y noches sin salir de Nintendo. De su cabeza –sus colegas bromean que en realidad surgen de su pequeño sombrero blanco– brotan maravillas que compiten con los gigantes del juguete en el Japón, como Bandai, Takara y Epoch. My Car Race y Drive Game, dos juguetes subidos a la estela de la creciente industria automotriz japonesa, han vendido más que bien. El presidente Hiroshi Yamauchi, que no se atreve a vanagloriarse debido a la diferencia de tamaño entre su empresa y las demás, piensa que el muchacho es de oro y lo cuida como puede, a veces echándolo de madrugada para que descanse (y regrese con ideas frescas). Nintendo apenas está haciendo pie en el mercado de los juguetes. El súper éxito del Ultra-Hand y el Ultra-Machine han logrado revivir el sueño (y aliviar las cuentas) pero, para ponerse a la par de la competencia, necesita ofrecer algo que nadie tenga. Hay un solo terreno sin explorar: la electrónica. Claro que es nueva, cara y frágil, especialmente para un juguete. De no ser así los otros ya estarían vendiendo cosas más sofisticadas. Pero no ve otra manera. El Love Tester es el primer juguete de Nintendo con componentes electrónicos, un simple medidor de conductismo para detectar chispas de amor entre los adolescentes. Por algunos meses es el arma secreta de los galanes de todos los colegios y vende realmente bien. Hiroshi decide aventurarse más lejos.

 


Marvin Clock

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