Hay una taberna aquí.
[[Entrar a la taberna->Taberna]](Descripción de la taberna)
[[Will Eldritch]]
[[Markoon]]
[[Eustaquio]]
[[Angel]]
[[Risky Monkey]]
[[Augusto Betcher]]
[[Lord Valdomero]]
[[Galahad]]
[[Calle principal ->Calle principal de Ciudad Diesel]]
[[Callejón maloliente]]**William «Will» Eldritch**
Esta noche nos sentimos afortunados. Deambulamos por Ciudad Diesel haciendo bromas estúpidas y coqueteando con cuanta mujer se nos cruza. Cerca de la medianoche, cuando logramos abandonar el casino con bastante dinero en los bolsillos, nos sentimos los reyes del universo.
Podríamos haber elegido cualquier bar de la avenida para celebrar nuestra buena fortuna, pero en ninguno nos sentimos tan a gusto como en la vieja taberna. Las paredes cubiertas de paneles metálicos desprenden partículas de cromo y bronce, contaminando nuestras bebidas con un sabor acre. Bombillas de luz agónicas cuelgan del techo, apenas iluminando el ambiente e invitando a la consumación de todo tipo de ilícitos. Ocupo mi lugar alrededor de la mesa y me recuesto en el asiento. Realmente me siento en casa.
Pedimos una ronda del mejor licor. Sé que mañana despertaré con resaca, pero no será tan terrible como la que provoca el aguardiente “de la casa”. Brindamos por nuestra buena fortuna una y otra vez. Es, durante el silencio que acompaña la ingesta de los últimos sorbos de alcohol, que oímos hablar del Nido del Dragón.
Dejo mi vaso sobre la mesa y miro a mis compañeros. Todos permanecen en silencio, atentos, igual que yo. Me acomodo en la silla, acercándome al hombre que habla a mis espaldas.
-En el Nido del Dragón se esconden más riquezas de las que cualquiera podría gastar en su vida... –le escucho decir con el tono ansioso de una persona obsesionada.
Giro apenas para contemplarlo. Es una pobre criatura nerviosa y mal alimentada. Sus largos dedos juguetean con una copa de aguardiente. Su interlocutor es un hombre mayor de aspecto poco amable.
-Yo sé dónde encontrar el lugar -continúa-, hace años que investigo el tema. Pero necesito hombres… Fuertes, que se animen a recorrer los caminos del sur y enfrentarse al mal que custodia el tesoro…
Agotada su paciencia, el anciano se levanta y abandona la mesa sin mediar palabra. El hombre intenta seguirlo y, tropezando hasta con su sombra, se pierde entre la multitud. Una lástima, le hubiera invitado una copa para que continúe hablando y nos entretuviera un rato.
Me doy la vuelta para retomar la conversación con mis amigos, cuando noto algo fuera de lo común. Acodado en la barra, cubierto por un elegante sobretodo de cuero negro y parches metálicos, un hombre alto mira en nuestra dirección. “Mira” es una forma de decir. La capucha que cubre su cabeza apenas deja adivinar los ojos que nos observan.
Con paso certero se acerca. Los parroquianos lo evitan, incómodos ante una figura tan diferente a lo que suele verse en este antro sórdido y decadente. Algunos incluso se santiguan o se aferran a símbolos religiosos, tomando al extraño por un mago.
-Tengo algo para ustedes –dice cuando alcanza nuestra mesa.
Luego, con gesto elegante, saca un puro del interior de su abrigo. Busco un encendedor en el bolsillo de mis pantalones, asegurándome de que note la pistola que llevo en la sobaquera. Años en las calles me enseñaron a ser cauto.
Augusto extiende su brazo y se apresura a encender el cigarro. Una llamarada se alza del aparato y nos toma por sorpresa a todos (juro que algún día uno de sus inventos le va a volar una mano). Cuando me repongo, aprovecho la iluminación para analizar el rostro del desconocido. Nada. Es como si su capucha absorbiera la luz.
-Mi nombre es Harrod -dice sentándose sin esperar a ser invitado–, y sé dónde se encuentra el Nido del Dragón.
-Lo que dice son pavadas -respondo, tratando de ocultar mi curiosidad.
Debo confesar que empiezo a fantasear con mejorar mi situación económica, quizás comprar una casita en las afueras, sentar cabeza… Mis compañeros se muestran igual de desconfiados.
-Necesitamos pruebas -exijo ante el silencio del extraño.
-Tan sólo quiero compartir la recompensa –dice, oculto tras volutas de humo.
De pronto, las puertas vaivén del bar se abren. Tres guardias fuertemente armados irrumpen, provocando la huida de varios parroquianos. Con paso firme avanzan entre el gentío buscando algo.
Sabiendo que esta vez no vienen tras de mí, vuelvo la vista a Harrod. Encuentro su silla vacía y un rastro de humo que se pierde entre la gente. Por el rabillo del ojo, noto una figura alta y oscura escabulléndose hacia la cocina.
[[La Guardia del Termonúcleo]]
[[Una mesa de aventureros->Taberna]]
¿¡Cien Patacones!?
Solo me alcanzó para un Jean, y un Patito de goma... (No me arrepiento pero…)
¿Sesenta patacas no es un choreo?
El mundo cambió para mal: la plata no vale una mierda, abundan los bandidos, la gente sigue hablando de política del año del pedo…
En fin, se fue todo al carajo.
Yo soy un viajero, vengo del norte. Dejé la ciudad hace un tiempo. Si buscaba tranquilidad en el interior, evidentemente me equivoqué.
Conocí lugares curiosos, pero Ciudad Diesel, levantada en medio de toda la chatarra, tiene su encanto. Es un lugar interesante de ver. Y a pesar de cómo está la situación general, hay algo de calma en este sitio.
Anduve solo durante años, conocí mucha gente, de la buena y de la mala, y hoy me tocó conocer un nuevo grupo.
¿Somos ocho… o seis? Estoy demasiado ebrio para darme cuenta. Pero estamos tomando en la misma mesa, mientras charlamos de todas estas cosas.
Ya no sé cuántas birras me tomé. Odio quedarme callado mientras todos hablan, pero no puedo evitarlo. Me da vueltas la cabeza.
En esta Vieja Taberna, es donde personas de todo el país se juntan y cuentan sus historias: con tesoros, misterio, lugares que explorar, enemigos que vencer, entre otras cosas.
Me gusta la idea de aventura, no estoy haciendo moneda así que… empiezo a parar la oreja.
-“Que para el sur….” -“Que hay un monstruo…”
Apenas llego a escuchar, algo desvía mi atención de manera instantánea.
Un Tipo con una Túnica, oscura como el vacío más profundo, se acerca y se sienta en nuestra mesa. No contento de hacerlo sin conocernos, pela un cigarro y pide fuego.
Uno de los chicos le acerca el encendedor y lo enciende frente a él. Ni con la luz del fuego era capaz de ver el rostro del Tipo.
“Yo sé dónde está el tesoro”… Nos dice después de la primera pitada.
Cuando larga la última palabra, es el momento es donde todo se va a la mierda. Pierdo la cordura totalmente porque... ¡¡¡Tres putos androides revientan la puerta de entrada!!! (Sí, así de la nada).
Entre la conmoción, el shock y el quilombo llego a ver como el Tipo salta de su silla, corriendo hacia la cocina.
¿Con todo lo que esperé para una oportunidad así piensan que lo iba a dejar escapar?
Ni de coña.
Me abalanzo de una manera voraz detrás de él, saltando la rústica barra y pasando de largo todo lo que se me interpone. Sin mirar atrás.
La situación es extraña, pero entrar y ver a esos tres cocineros desconcertados por la situación, me atontó más que ver a los androides. En el fondo veo una ventana abierta. ¡Seguro se escapó por ahí!
[[No tengo suerte]]
[[Una mesa de aventureros->Taberna]]Estoy en la taberna rodeado por gente nueva. La primera vez en mucho tiempo que puedo decir que pertenezco a un grupo. No desde las épocas del estúpido Lord Blanco. Pero esa es otra historia.
En silencio, rumeo ideas, pienso el siguiente paso. Desde otra mesa nos llega rumor de voces dirigidas a nosotros o así parece porque hablan del Nido del Dragón y su leyenda. Se dice que allí un grupo motivado puede conseguir un buen botín. Paramos la oreja, cruzamos miradas y comentarios en voz baja.
Un extraño individuo se nos acerca. Lleva capucha y no deja ver su cara. Es evidente que no es humano, algunas partes robóticas hacen contraste con su piel verdosa. Pide fuego para su habano. Mientras habla trato de no perder detalle. Algo en él no me gusta.
No puedo averiguar mucho, porque apenas comenzada la conversación unos guardias irrumpen en el local. Sus miembros metálicos refulgen en el lóbrego ambiente, emiten una luz propia como lunas que entran por la ventana, haciendo bailar partículas de polvo. ¡Tostadoras miserables! No hay nada más despreciable que estos trastos. Pero tendré que hacer algo: siempre tuve buena mano para tratar con el servil brazo de la ley. Si se sabe cómo hasta los robots son capaces de aceptar un soborno. Sin darme cuenta empiezo a sonreír.
[[Sangre, risas y balas]]
[[Una mesa de aventureros->Taberna]]
Al caer la tarde, el grupo de hombres desciende desde la polvorienta pendiente hacia Ciudad Diesel, un asentamiento de ladrillos, madera y máquinas de guerra herrumbradas. A pesar del delicado arroyo de aguas claras que lo atraviesa, Ciudad Diesel ofrece una notable imagen decadente, sin embargo los años la han convertido en paso ineludible de viajeros y comerciantes. El grupo de aventureros, formado por el azar, desea quemar sus últimos patacones en buenos tragos y juegos analógicos en la cantina.
Eligen una mesa grande donde despacharse a gusto.
Un observador taciturno acodado en la barra, suerte de androide desvalido, los sigue con atención durante un rato. Allí, viéndolos reunidos bajo la luz amarilla, los escudriña: una imitación de detective privado con gabardina mugrienta y sombrero de lado tapándole un ojo. Sentado a su izquierda, un noble caído en desgracia que aún conserva su porte. Más al fondo, jugando con piezas metálicas, un jovenzuelo de gafas triples con aire de mecánico. Los otros dos miembros indistinguibles se encuentran ocultos por la penumbra. Pero al último de ellos lo reconoce sin dudar: Lord Valdomero.
El androide se para y avanza cuanto le permiten sus rodillas oxidadas. Mete una mano entre su manto de polar raído y saca un cigarro.
–Bendita tarde, colegas, ¿alguno pasa fuego? –dice con voz penetrante, rodando sus globos oculares alrededor del grupo.
Uno de los aventureros en penumbras se apoya sobre la mesa y extiende un brazo. El resplandeciente zipo chasquea en sus dedos y surge una vigorosa llama.
–Soy Galahad, el…
–…caza recompensas –interrumpe el androide al tiempo que se sirve del fuego.
–¿Convida uno, colega? –inquiere el segundo aventurero desconocido.
El androide entrega el cigarro con un ademán. Exhala una pesada nube de humo y habla.
–Parecen un equipo digno de una búsqueda peligrosa –dice, dejando caer la propuesta– ¿Sienten que pueda interesarles?
El grupo se mira entre sí, desconfiados de una propuesta sin amagues. Aunque, se arrastraron hasta allí para cambiar su fortuna. Remueven sus bebidas en silencio.
–Hablo del Nido del Dragón –continúa el androide–, la legendaria historia.
Un psss incrédulo se oye al momento. El androide se sienta a la mesa, apaga el cigarro dentro de un vaso, mira por encima de sus polvorientos hombros y se inclina hacia adelante.
De repente el golpe seco de las puertas vaivén retumba en la cantina. Dos droides de la Guardia ataviados en ponchos de arpillera, aparecen en la entrada. Requisan el lugar armados con escopetas recortadas. No demoran en dar con la mesa de los aventureros.
El extraño androide se levanta de un salto y, atropellando mesas y sillas, huye entre los clientes del bar.
[[Una mesa de aventureros->Taberna]]
Un haz de luz en la tiniebla, al fin sentado. Caras conocidas, no hablamos mucho pero en la miradas están las palabras. Estoy perdido mirando las corroídas paredes del bar, tratando de olvidarme aunque sea por un rato del fétido olor que me trae recuerdos de un equipo de fútbol de la zona. Nunca fui amante del riachuelo, no lo voy a ser ahora.
Un hombre extraño, de finos modales aunque turbio y golpeado por la vida, entra y balbucea sobre un dragón. No presto real atención aunque lo observo como si me importara. Estoy más interesado en la mirada calculadora de Augusto, que se acerca para ofrecerle fuego con uno de esos trastos que siempre está haciendo y deshaciendo. Will lo mira con sospecha, al igual que Markoon. Es lógico, este idiota se acerca a nosotros a hablar de un dragón en una cueva. ¿Por qué deberíamos estar siquiera escuchándolo? ¿Vino a darnos tarea?
Cuatro androides ingresan violentamente por la puerta. El extraño se levanta y corre. Un androide va tras él. ¡Mierda, justo cuando la charla se empezaba a poner interesante! No me importa el dragón, yo quiero aventura. Y por lo que sea voy a tenerla.
Will corre detrás del tipo, lo sigo para entender qué está pasando. ¿Por qué lo buscan? Y por sobre todo, ¿qué hace un dragón dentro de una cueva? Veo cómo entran en la cocina. Corro como puedo para no perderlos. Will se frena de repente y en un intento fructífero de no llamar la atención se hace el borracho para entrar ante la mirada atónita de los cocineros. Yo paso a su lado, tampoco quiero que me vean, así que es una gran oportunidad para pasar desapercibido.
[[Una mesa de aventureros->Taberna]]
[[La cocina, la soga y el hacha]]*«Tengo que cambiar la válvula del regulador… supongo que medio milímetro de abertura es suficiente… de dónde puedo sacar una de ese diámetro, ¿tal vez de un inyector? mmm no… demasiada presión de salida para un encendedor y el combustible no duraría más que un par de segundos… tendría que ampliar la capacidad del depósito… mmm no, lo volvería muy grande... muy grande... y sería un lanzallamas más que un encendedor, jaja un lanzallamas de mano… jajaja… jaja… ja… oh!...»*
Interrumpiendo mi diálogo mental, una figura que nunca noté sentarse en nuestra mesa, pregunta con tono áspero y demasiado confiado:
—¿Alguien tiene fuego?
A pesar de mi esfuerzo no puedo distinguir su rostro enmarcado por la capucha que viste. Entre nosotros se consume una vela lo suficientemente brillante como para iluminar su cara sin encandilarme y aun así permanece en la penumbra. Algo no cuadra.
Aprovechando la oportunidad, con el regulador del encendedor al máximo, activo el ignitor piezoeléctrico cerca del cigarro del sujeto. La llama, que alcanza casi la altura del techo, ilumina todo el salón por unos segundos excepto debajo de la capucha. Definitivamente hay algo artificial en esto, será...¿magia?
—Mi nombre es Harrod y sé dónde está el nido del Dragón –dice después de expulsar el humo del puro como un motor quemando demasiado aceite.
Will intercedió asegurando que la existencia de la criatura y su morada eran solo un cuento infantil. Su escepticismo hace eco en mi mente, pero sé por experiencia propia que toda historia popular tiene su origen en algo tangible, algo real, y generalmente ese hecho es menos poético y más horroroso que una fábula para asustar niños.
Todos tenemos pasados complicados, por acción propia o de la fortuna, pero ninguno de ellos vio lo que pasó esa noche en la gran ciudad del sur...
Tres androides guardianes entran en la taberna, y golpeando la mesa al levantarse apurado, Harrod corre hacia la cocina. ¿Qué hay realmente detrás de todo esto?
[[Una mesa de aventureros->Taberna]]
Después de ganar los cien mangos me dirijo hacia el bar. Allí encuentro a los demás que tuvieron mi misma suerte en el casino.
Están escuchando a unos que hablan del tema de los tesoros y esas cosas.
Un desconocido se nos acerca. Nos dice que sabe cómo llegar. Nos pide fuego, le ofrezco. Pero alguien se me adelanta.
Mientras discutimos sobre la dirección de donde se encuentra el tesoro, entran unos sujetos y nuestro desconocido echa a correr.
Pienso que si con dinero se vive bien, dinero gastaré para dinero conseguir.
[[Una mesa de aventureros->Taberna]]
En cuestión de segundos nuestra noche de suerte se desploma. El extraño que nos ofreció embarcarnos en la búsqueda del tesoro desaparece entre la multitud apenas la Guardia del Termonúcleo irrumpe en el bar. Por el rabillo del ojo lo veo escapar hacia la cocina, seguido de un androide. Otros tres esqueletos metálicos recorren el antro con la mirada. Más de un parroquiano trata de escabullirse, temiendo por su integridad.
<img src="http://www.gamedesignla.com/mad-tw/MAD-Droid.png" align="right">
Esta vez no tengo nada de qué preocuparme, los guardias no vienen por mí. Podría ir detrás de nuestro misterioso amigo, averiguar más acerca del tesoro y… meterme en problemas. Termino mi trago y tomo una decisión. No necesito pensarlo demasiado, no es mi estilo.
[[Como un borracho]]
[[Una mesa de aventureros->Taberna]]
Me pongo de pie, tambaleando, simulando que el alcohol ha afectado a mi organismo de la peor manera. Los guardias no me prestan atención, soy uno más de tantos borrachos. Tropiezo entre los parroquianos hasta irrumpir en la cocina. Un olor nauseabundo me invade y me obliga a retroceder unos pasos.
[[La náusea]]
[[Una mesa de aventureros->Taberna]]<img src="http://www.gamedesignla.com/mad/Ciudad-Diesel.jpg">
**Ciudad Diesel**
Erigida entre montones de chatarra, en su mayor parte máquinas de guerra, destrozadas e inservibles, se levanta Ciudad Diesel, un conjunto de edificaciones bajas y algo lúgubres, construidas con ladrillo y madera. Un arroyo de aguas bastante claras atraviesa la calle principal, lo cual constituye algo así como un lujo.
Diesel es el punto de encuentro para los aventureros que se adentran en los caminos del país en busca de fortuna. El asentamiento tiene casi quinientos habitantes fijos, una escuela, una iglesia, un hospital, una buena docena de hoteles mugrosos, un casino legal y un mercado donde se puede encontrar alimentos, ropas y equipo de supervivencia. Desde luego, también existe un mercado negro donde es posible adquirir armas de fuego y equipo especial a buen precio, cosas que por lo común provienen de los asaltos a los convoys androides.
[[Calle principal->Calle principal de Ciudad Diesel]]
[[Camino del Sur]]Por el camino del sur, saliendo de Ciudad Diesel, el paisaje de tono herrumbroso, cercado de desperdicios de metal producto de la centenaria guerra, se convierte casi abruptamente en un desierto seco y barrido por los vientos, donde la única señal de vida es la ruta de asfalto, resquebrajada y gris.
[[Ir al sur por el pavimento]]
[[Ir al sur atravesando al desierto]]
[[Entrar a Ciudad Disel->Ciudad Diesel]]
Esta historia aún no fue contada.
[[Volver a Ciudad Diesel->Ciudad Diesel]]Esta historia aún no fue contada.
[[Volver a Ciudad Diesel->Ciudad Diesel]]Double-click this passage to edit it.
[[Entrar a la taberna->Taberna]]**El Fuerte del Mar**
El sendero que atraviesa el desierto hacia el sur, rumbo a la enigmática Emithiopea, se interrumpe con la visión imponente del Fuerte del Mar. Varias rutas y caminos confluyen en la superestructura. El Fuerte del Mar es otra consecuencia de la guerra, como casi todo en los 70. En otros tiempos, solía ser un crucero de lujo que atravesaba el Atlántico. Hoy, semienterrado en el desierto pampeano, es el hábitat de una colonia multifacética cuya principal actividad es el intercambio comercial y donde la magia no está prohibida como en los poblados centrales. Incluso los brujos son bienvenidos, aunque no gocen de la mejor reputación.
Meterse en las calles inclinadas del Fuerte del Mar no es aconsejable sin estar bien armado y dispuesto a luchar. El propio entorno es peligroso. Cables rotos, tubos y cámaras herméticas parecen dominar cada rincón. Todo es herrumbre. El ruido ambiente es apenas soportable. Cortinas de vapor hirviente se disparan al azar en los lugares más inesperados. Recorrer los niveles repletos de tiendas (y timadores) lleva tiempo y esfuerzo. Muchos no salen con vida de la experiencia. De todos modos, en el Fuerte del Mar se consigue equipo único, tanto por medio de los reconstructores de tecnología como de los magos y brujos que llegan a hacer sus negocios desde el sur y el este.
[[El Camino del Dragón]]
**Emithiopea**
En las gélidas regiones del sur, donde los dos mares golpean la roca del continente, se alza la blanca Emithiopea, la ciudad de los magos. Las agudas torres hieren el cielo, portando largos banderines que ondulan como advertencia a los viajeros, pero el corazón de la urbe está construido bajo la piedra para resguardar a su gente del furioso viento, capaz de congelar a hombres y animales en minutos. Es un laberinto de túneles iluminados con electricidad a veces, otras con hechizos. Sólo los magos, sus aprendices, ciertas mascotas y algunos androides de servicio tienen permitido el ingreso a la ciudad.
Varios niveles por debajo de la superficie, se encuentra el gran lago de Emith el Anciano, de cuyas serenas aguas se dice provenir el poder de los magos. Allí también yace la tumba del patriarca de la ciudad, quien fuera el primero de los hombres del sur en desarrollar su poder mágico, unos pocos años después de la guerra.
**Sograth la Grande**
Al suroeste de Buen Ayre, las nuevas montañas surgidas durante la guerra sirven como bastión para el asentamiento urbano más tenebroso de la región. Sograth la Grande, Sograth la Maldita para otros, es un cúmulo de cavernas artificiales, construidas con la ayuda de los grandes androides, ya extintos, y la más moderna tecnología de vapor. Es el hogar y escuela de los hechiceros que abandonaron la magia convencional, atraídos por el poder de la brujería.
No es raro ver toda clase de espectros, demonios y animales de otros tiempos merodeando por las intrincadas galerías y túneles. Los brujos se especializan en la invocación de seres orgánicos, aunque algunos han logrado tener éxito materializando objetos sólidos e incluso un par de modelos de androides funcionales, probablemente aquellos con piezas tomadas de humanos. El poder de la brujería es diferente y mayor a la magia de Emithiopea. Proviene de la energía residual de los espíritus invocados por los brujos. Es decir, la brujería requiere siempre de un alma humana que el brujo trae del Más Allá y destruye para absorber su poder y utilizarlo con sus propios fines. Por este motivo, los magos desprecian a los brujos, y la mayor parte de los poblados del país prefieren mantenerse al margen de sus actividades. En los asentamientos principales, sobre todo en Buen Ayre, los brujos no tienen permitido ir a menos que cuenten con un permiso especial emitido por las autoridades del Termonúcleo.
Al oeste del Fuerte del Mar, los alrededores cobran vida. Pero nadie se adentra en esa dirección. El desierto reseco y ventoso pasa a ser un valle amarillento, con algunas zonas verdes y acequias que despiden un vapor ácido. Durante el día es fácil de transitar, siempre que los viajeros no se aparten del sendero pedregoso. Por las noches, la niebla, ligeramente tóxica, impide distinguir el camino tanto como cobija a las más extrañas bestias salvajes. Es aconsejable hacer campamento apenas haya caído el ocaso y mantener una guardia permanente.
[[El Fuerte del Mar]]
Desde lejos se puede ver la puntiaguda forma de una estructura que no parece terrestre. Se trata de una mole de hierro negro retorcido, dentada, con decenas de cuchillas del tamaño de edificios y formas aladas apuntando al cielo oscuro, como si se tratara de un monstruo durmiente. Es curioso que la atmósfera se vuelva helada y los ánimos caigan con su simple visión. Según las leyendas, el horroroso objeto habría aparecido tras la guerra, surgiendo desde las entrañas del mundo. Otros afirman que habría venido de las estrellas, posándose con la suavidad de un ser vivo sobre el único lago que quedaba. De una forma u otra, el objeto recuerda vivamente a los legendarios dragones, seres míticos de los cuentos infantiles, y de allí su nombre.
Ya enfrente de la masa de metal negro, es imposible distinguir una entrada. Toda la pared es rugosa, como un tejido orgánico, aunque tan duro que nadie pudo jamás hacerle ni siquiera una muesca. Debido al misterio que rodea al objeto, es el punto de peregrinación favorito de los magos y sobre todo de los brujos, más interesados en el aire malévolo que se respira en el lugar, que consideran un templo. Estos intentan descifrar los símbolos rúnicos excavados en la superficie, la única cosa que parece un punto de partida hacia los tesoros que, evidentemente, aguardan a quienes logren abrir una puerta hacia el interior del nido.
<img src="http://www.gamedesignla.com/mad-tw/Matar-al-dragon.png">
(text-style: "smear")[Crónicas de taller]
<img src="http://www.gamedesignla.com/mad-tw/MAD-Droid.png" align="right">
*Matar al dragón* es un juego de rol muy simple, creado con el objetivo de practicar redacción creativa.
Este es el resultado de las aventuras desarrolladas y escritas por los participantes del taller de narrativa interactiva de *Escuela de Game Design*.
[[Empezar la aventura >>->El mundo de Matar al dragón]]
<hr><small>[[Agradecimientos->Los autores]] | [[Sobre MAD]]</small>
**En algún lugar cerca de la Patagonia argentina... **
La aventura comienza en Ciudad Diesel, al oeste de la gran y convulsionada ciudad del Buen Ayre. El camino del sur conduce lejos, a territorios inexplorados y llenos de peligros. Pero el oro es prometedor y el *Nido del Dragón* oculta un tesoro imposible.
<center><img src="http://www.gamedesignla.com/mad-tw/MAD-map.png"></center>
[[Ciudad Diesel]] | [[Buen Ayre]] | [[El Fuerte del Mar]] | [[Sograth la Grande]] | [[Emithiopea]]<img src="http://www.gamedesignla.com/mad-tw/MAD-head.jpg">
*Matar al dragón* (MAD) es un juego de rol muy sencillo, diseñado con el propósito de servir como ejercicio creativo.
<img src="http://www.gamedesignla.com/images/cursos/taller-narrativa-interactiva.png" align="right">
En nuestras clases de Game Design y Narrativa lo utilizamos para aprender a escribir. Jugamos una partida, luego los estudiantes escriben la crónica de la aventura. Los recomendamos para profesores y estudiantes por igual.
<hr>
Se puede descargar gratis desde <a href="http://www.gamedesignla.com/mad" target="_blank">gamedesignla.com/mad</a>.
[[Volver->Matar al dragón: Crónicas de taller]]**El mundo de Matar al dragón**
<img src="http://www.gamedesignla.com/mad-tw/dragon.png" align="right">
En 1975, Argentina es un conglomerado de pequeños pueblos unidos por rutas comerciales. Largas caravanas de vehículos guiados por androides viejos y destartalados, por lo general residuos de la guerra pertenecientes a los grandes señores del Termonúcleo, se desplazan con mercancías de toda clase entre los asentamientos humanos. Ellos son el corazón de la economía.
Los carruajes silban por sus chimeneas y no se detienen a hacer noche. Sus engranajes y cacharros resuenan incansablemente bajo las estrellas. A veces, los piratas que merodean los caminos asaltan las formaciones, defendidas a fuerza de espadas y fusiles por los droids, y aunque algunos hombres y mujeres caen en la batalla, otros se apoderan de objetos de valor y alimentos que luego comercian en el mercado negro.
Los grandes poblados son Buen Ayre, en el este, y Emithiopea al sur.
La aventura comienza en Ciudad Diesel. Los jugadores son amigos –o algo así– que, hartos de vivir muertos de hambre, deciden lanzarse a la búsqueda de riqueza y aventura. ¡Y de todas las aventuras, la mayor es la leyenda del nido del dragón! La misteriosa estructura que yace en el corazón del Valle del Oeste, atravesando un camino abandonado y peligroso. Cuentan los viejos y charlatanes que el nido del dragón contiene riquezas y poderes más allá de toda descripción.
Los aventureros vienen del casino, donde consiguieron ganar un botín muy interesante. Están decididos a forjarse un futuro mejor.
[[Continuar->Mapa]]**Ciudad del Buen Ayre**
A dos semanas de viaje y al este de Ciudad Diesel, se encuentra la capital imperial. En Buen Ayre se concentra la vida industrial y cultural del país. Grandes columnas de humo, visibles a kilómetros de distancia, ennegrecen el cielo. Pero en las calles resecas brillan miles de lamparitas eléctricas y tubos incandescentes, como una demostración latente del poder tecnológico que todavía define a las comunidades humanas. En las vitrinas se encienden pantallas con imágenes en blanco y negro. Hay torres con grandes relojes y puentes colgantes.
Los pobladores entran y salen de los viejos edificios y se arremolinan en los mercados de pulgas. Se ve de todo: altos caballeros de esmoquin luciendo sus relojes y monóculos, opulentas damas de altos peinados, vestidas con encajes y láminas de bronce; niños con chalecos y pantalones cortos, llevando a rastras a sus perros y androides.
No se ven magos, o al menos si están entre la gente, se preocupan por pasar inadvertidos. Es una sociedad elegante, pero que supo conocer mayores lujos y riquezas hasta el portento de la guerra. No faltan signos de pobreza.
Mendigos y vagabundos merodean por las callejuelas sombrías, intercambiando favores por comida, o hurtando lo poco que pueden bajo la vigilancia de los droids, máquinas latosas y resoplantes que patrullan la urbe bajo las órdenes de los altos señores.
(Descripción)
[[Taberna]]
[[Mercado de pulgas de Ciudad Diesel]]
[[El casino]]Esta historia aún no fue contada.
[[Calle principal de Ciudad Diesel]]Esta historia aún no fue contada.
[[Calle principal de Ciudad Diesel]]Uno de los cocineros me mira desconcertado. Simulo un ataque de náusea (lo cual no es demasiado difícil). El hombre se hace a un lado inmediatamente y sus dos compañeros lo imitan, presas del miedo y el asco. Veo que no toda esperanza está perdida para ellos, aún conservan algo de “olfato”.
Aprovecho la situación y avanzo hacia la puerta posterior. Es el único lugar por el cual Harrod y el androide pudieron escapar.
Desde el salón llegan ruidos de pelea. Espero que los muchachos no se hayan metido en problemas… Pero los conozco bien. Mis esperanzas son vanas.
[[El callejón]]
[[Una mesa de aventureros->Taberna]]Estoy a punto salir cuando escucho disparos. Escudándome detrás de la puerta, me asomo hacia el callejón. Si alguna vez hablé pestes de la higiene de la taberna, me retracto: en mi vida he visto lugar más oscuro y sucio que aquel. Atestado de gente y ratas del tamaño de zarigüeyas, huele a putrefacción, sudor y otros efluvios que prefiero no describir. Hacia el final del pasaje se escuchan gritos.
Me incorporo para dirigirme hacia el tumulto. De pronto, un disparo irrumpe en la cocina. He prolongado mi estadía demasiado. Es hora de enfrentarme a la calleja decadente.
[[Como un agente de la ley]]
[[Una mesa de aventureros->Taberna]]Camino hacia la multitud, acomodándome el sobretodo. Revuelvo en mi bolsillo y saco mi libreta de notas. Sonrío a medida que un nuevo engaño comienza a gestarse en mi mente.
Me mezclo entre la gente blandiendo mi libreta como si fuera una insignia. “¡Abran paso! ¡Agentes de la ley!” les digo sin darles demasiado tiempo a descubrir la artimaña. Me miran con desconfianza y resentimiento, pero me dejan pasar. Galahad me alcanza y a punto estoy de hacerle un guiño para que me siga la corriente, cuando desenfunda su arma.
Dispara dos veces al aire y el caos se desata a nuestro alrededor. La multitud huye despavorida. Galahad y yo quedamos solos ante los androides que acaban de salir del bar.
[[Estamos en problemas de nuevo]]
[[Una mesa de aventureros->Taberna]]Le grito a Galahad, emitiendo una sarta de insultos de los que mi madre no estaría orgullosa. Sujeto su brazo con fuerza y empiezo a correr, buscando ponernos a cubierto. Pero mi compañero logra zafarse y apunta a los guardias. Todo sucede de una forma vertiginosa: disparos, androides estallando, más gritos. Desenfundo mi arma, pero es imposible encontrar un blanco claro.
Una anciana cae al suelo con un hacha clavada en medio de la cabeza. El tiempo parece detenerse a mi alrededor. Sigo en reversa la trayectoria del arma y veo de pie a Markoon.
La noche no podría terminar de otra manera. Estamos en problemas… de nuevo.
[[La teoría del caos]]
El callejón es un caos de cuerpos intentando escapar de la Guardia. Tres androides yacen en restos de chatarra desperdigada por la calle. Todos sabemos que los refuerzos llegarán en cualquier momento.
Eustaquio nos hace una seña y comenzamos a reunirnos. Galahad y Augusto recogen lo que pueden del estropicio que dejaron a su paso. Markoon recupera su hacha, un tanto acongojado.
Lord Valdomero murmura palabras en un idioma que desconozco. Lleva una vara que desprende chispas verdosas, que giran y se alinean, marcando un sendero luminoso entre las calles. Nos miramos y asentimos, es el camino a seguir. No es la primera vez que vemos un hechizo de rastreo.
Algo estalla al otro lado del bar. El cielo nocturno se ilumina en llamaradas y esquirlas de cemento vuelan por encima de nuestras cabezas. Los pocos que aún deambulan por el callejón se pierden entre las sombras. Es evidente que la "caballería" acaba de llegar.
No terminamos de decidir hacia dónde dirigirnos, cuando un segundo estallido nos sacude. ¡Tenemos que movernos de inmediato!
[[Las explosiones]]
[[El rastro mágico de Lord Valdomero]]Nos ponemos en marcha, siguiendo el resplandor conjurado por Lord Valdomero. Augusto decide explorar el origen de los estallidos y nada podemos hacer por convencerlo de que nos acompañe. Lo dejamos partir, el sabrá qué hace.
Risky se escurre entre los techos, buscando un mejor punto de vista. Lo miro desaparecer en las alturas con un dejo de admiración. ¡Extraño hombre-mono! Los demás avanzamos por los callejones, serpentenado entre las ratas y la inmundicia.
Al dar la vuelta a la esquina, encontramos a Harrod forcejeando con un androide. Se sujetan por el cuello, en una lucha encarnizada. De momento, no parece haber ventaja para ninguno de los contrincantes.
Me preparo para apuntar al androide, que se sacude de un lado a otro, tratando de reducir a su presa.
[[BANG! BANG!]]
El mundo se detiene a mi alrededor. Alineo mi ojo a la mira de mi pistola y ésta con la pierna del androide. La lucha continúa, pero años de práctica me han enseñado a predecir los movimientos de mis objetivos.
Harrod gira de improviso y se interpone en la trayectoria del disparo. Intento corregir mi posición, pero ya es demasiado tarde: aprieto el gatillo y la bala se incrusta en el brazo de Harrod. Maldigo a los cuatro vientos mientras mis compañeros avanzan.
Me pongo de pie y me interno en el callejón. Furioso pateo al androide que Eustaquio acaba de liquidar. Vuelvo la vista a Harrod, quien se retuerce en un charco de sangre y vísceras.
Lord Valdomero repara el muñón causado por mi disparo, coronando su obra con una mano infantil, grotesca. Risky lo sujeta con una soga, mientras Galahad lo amenaza con el rifle que le robó al guardia.
Desde la calle principal siguen llegando ruidos de estruendos y gritos. Me pregunto qué habrá sido de Augusto. Quizás necesite de nuestra ayuda.
[[Una amable conversación]]
[[Las explosiones]]Double-click this passage to edit it.Analizo la situación y deduzco que, a pesar de mi malogrado disparo, en este momento soy la persona que menos amenaza a Harrod. Decido jugar el papel de "policía bueno".
Me agacho y lo miro a los ojos. Veo a un hombre furioso, desesperado. No dejo que eso me altere. Al contrario, lo aprovecho en mi favor.
-Es mejor que deje de hacerse el tonto -le digo sin levantar la voz-. Confiese todo lo que sabe sobre el Nido del Dragón.
Harrod se retuerce, escupe al suelo y forcejea, mientras grita:
-¡Imbéciles! ¿No ven que me están persiguiendo? ¡Los androides nos van a atrapar a todos!
Suspiro como quien se apena frente al que elige condenar su destino. Risky revisa los bolsillos de nuestro prisionero y extrae un cilindro metálico. Harrod se vuelve aún más frenético.
Galahad le dispara repentinamente, cercenándole el otro brazo. Pretendo reprenderlo por su acto tan impulsivo, cuando un resplandor a mi lado me hace notar que Lord Valdomero vuelve a usar su magia. ¿Un hechizo de lectura mental, quizás?
Todos lo observamos esperando una respuesta. De pronto, el hechicero comienza a gritar:
[[-¡Mátenlo!]]Observo a Harrod con detenimiento. Aún me es imposible describir su rostro, más allá de un par de ojos brillantes, cargados de odio y resentimiento. Todo lo demás se confunde en una nube difusa. ¿Qué clase de hechicería es esta?
Dirijo la vista hacia la calle principal y veo que más androides se acercan. Es hora de ponernos en movimiento.
-Muchachos -digo tratando de apaciguar los ánimos- creo que este sujeto aún puede sernos de utilidad. Dudo que nos haya contado todo lo que sabe. Propongo llevarlo con nosotros. *Ya mismo*.
Con un gesto alerto a los demás acerca de la cercanía de los guardias. Risky vuelve a perderse entre los tejados, mientras nos ponemos en marcha cargando a nuestro prisionero.
Galahad no pierde la oportunidad de advertirle a Harrod acerca de las consecuencias fatales de cualquier intento de traición con su particular estilo.
Avanzamos hasta el final del callejón. Hacia la derecha se encuentra la calle principal y la salida de Ciudad Diesel. Podríamos de una buena vez abocarnos a la búsqueda del Nido del Dragón. Seamos sinceros, ya habíamos decidido buscar el tesoro desde el momento en que escuchamos la historia en la taberna.
[[Quizás sea prudente aprovisionarnos e internarnos entre las calles.->Digresión]]
[[¡Adiós, Ciudad Diesel!]]
Desde las alturas Risky gesticula y nos dirige hacia la derecha. Parece sensato: con la agitación que causamos en las calles la guardia no dejará de buscarnos durante semanas.
La calle principal está repleta de ciudadanos asustados, que tratan de huir. Cuatro guardias les cierran el paso, controlando papeles y separando a aquellos que no tienen sus documentos en orden. ¡Demonios!
Me ajusto el sombrero y empiezo a caminar. Detrás me siguen los muchachos, cargando a Harrod como una costal de harina.
-Señores -digo con voz firme dirigiéndome a los guardias-, me encuentro en una misión policíaca y es de extrema urgencia que salgamos de la ciudad.
Me miran y sé que mi plan funciona. Las cosas empiezan a tener un mejor color para nosotros. A mis espaldas resuena un grito de guerra. Me doy vuelta y veo que Markoon corre con su hacha en alto. ¡Por todos los dioses! ¡Otra vez no!
Me hago a un lado, saliendo de su camino. El hacha pasa volando a centímetros de mi rostro y se incrusta en el suelo. Markoon tropieza detrás de su arma y forcejea. Es inútil, está encajada entre los mosaicos que pavimentan la avenida.
Galahad irrumpe llevando a nuestro prisionero en brazos.
-¡Abran paso! ¡Este hombre está herido! ¡Necesita asistencia! -grita, mientras esquiva a los androides, a la vez que los cubre de una sustancia oleosa. Markoon resbala en el aceite, embadurnándose de pies a cabeza.
Me arrepiento de haberme apresurado a festejar mi triunfo. ¿Podrían haber salido peor las cosas?
La respuesta no tarda en llegar. Un androide de dimensiones descomunales se acerca tambaleando entre a gente. Sobre sus hombros, Augusto manipula cables y nos sonríe. El mega-guardia levanta los brazos y dispara tres misiles.
Corro alejándome de los proyectiles. ¡Por todos los Santos! Tenía un plan simple. Y estaba dando resultado. A mis espaldas todo explota. El aire se llena de esquirlas metálicas y olor a carne chamuscada.
¡Markoon! Cuando el humo se disipa y podemos rescatarlo de entre los escombros, encontramos a un hombre maltrecho y delirante. Debemos cargarlo también, lo que nos retrasará aún más.
Risky salta desde los techos y monta al androide. [[Nos invita a seguirlo->Trepar al androide]]. El aparato se sacude y humea por cada articulación. [[Tal vez seguir a pie sea lo más prudente->Seguir a pie]]
Retrocedemos sobre nuestros pasos, con la intención de refugiarnos en los barrios bajos hasta que se calmen las aguas.
Más de una docena de androides avanzan hacia donde nos encontramos. No tenemos otra opción.
[[¡Adiós, Ciudad Diesel!]]
Valdomero trepa con inesperada destreza y se acomoda junto a Risky y Augusto.
El androide se tambalea y resiste. Los muchachos aprovechan la fuerza de la máquina para llevar a Harrod. Viendo que ya está bastante sobrecargado elijo ir a pie.
[[Tal vez seguir a pie sea lo más prudente->Seguir a pie]]
Comenzamos a andar cargando a Markoon, nuestro compañero herido. Aprovechamos el caos provocado por los misiles para ganar terreno y alejarnos de la ciudad.
El Camino del Sur atraviesa terrenos inhóspitos, resecos y con poco que ofrecer. Tenemos un largo trayecto por delante y el paisaje no lo hace más ameno.
No conseguimos avanzar mucho antes de que el androide enloquezca. Se sacude a un lado y al otro y sus jinetes ruedan por el piso. Ni siquiera el “hombre mono” puede sujetarse.
Libre de sus ataduras, el mega-guardia se interna hacia las montañas. Augusto atina a seguirlo. [[El fugitivo]].
A lo lejos, desde Ciudad Diesel, una horda de androides salen en nuestra búsqueda. Desde tal distancia sólo perciben la figura del gigantesco androide y comienzan a perseguirlo. [[Dejemos que vayan tras el “señuelo”->El señuelo]]
Augusto intenta seguir al androide (SU androide, como gusta llamarlo). Pero el artefacto se aleja a gran velocidad.
Lo convencemos de dejarlo ir. Nuestros perseguidores irán tras él, ganándonos preciosos minutos para alejarnos del peligro.
[[El señuelo]]Sin perder un segundo nos ponemos en marcha. A lo lejos suenan disparos y explosiones. Augusto se ve un tanto triste. Pobre muchacho, suele encariñarse con sus creaciones.
Caminamos durante lo que parecen horas, alejándonos de nuestros perseguidores. La adrenalina evita que sintamos el cansancio y nos mantiene en movimiento. Pero llega el momento en que nuestros músculos ceden y necesitamos detenernos.
Buscamos un poco de sombra junto a un arbusto y contemplamos el paisaje. Estamos ante una encrucijada. Un camino lleva hacia Sograth, la ciudad de los brujos. Lord Valdomero se opone con vehemencia a visitar ese lugar donde los magos no son bienvenidos. Y a juzgar por el aspecto de Harrod, deducimos que él tampoco será recibido con agrado.
El otro sendero nos conduce al Fuerte del Mar, un antro de decadencia y perdición, donde se puede conseguir cualquier cosa. Sobre todo una cartera vacía y una puñalada por la espalda.
Es obvio que necesitamos descansar y aprovisionarnos. Markoon está cada vez más demente, vociferando acerca de islas, monos y un tal Threepwood. Harrod ha cesado de insultarnos, posiblemente tratando de aprovechar toda su energía para mantenerse vivo.
Risky interrumpe las discusiones, diciendo que tiene algo que mostrarnos. De un bolsillo saca el tubito metálico. Lo abre con cuidado y extrae un pergamino. Harrod parece volver a la vida, enloquecido ante la vista del objeto.
Con sumo cuidado, Risky lo desenrolla y nos muestra su contenido. Manuscrita en una caligrafía apretada vemos una dirección en el Fuerte del Mar que hace referencia a la tienda de una tal Mamá Gorda. Miro a nuestro prisionero en busca de explicaciones. Clava sus ojos en los míos y eso es suficiente para que saber que no dirá una palabra más.
La decisión aún no está tomada y debemos continuar el viaje. El Fuerte del Mar es un asentamiento muy peligroso, incluso para hombres recios como nosotros. Sograth parecería un lugar más apacible, pero los hechiceros que nos acompañan no son bienvenidos allí.
[[Una temporada en Sograth]]
[[O unas vacaciones en Fuerte del Mar]]
El Fuerte del Mar será el peor lugar de la Tierra, pero nosotros tampoco somos niños de pecho. Todos tenemos nuestras “manchas oscuras” y no nos será difícil ponernos a tono con los locales.
Retomamos la marcha, evitando el camino. Tarde o temprano darán con nuestro rastro y es preferible perdernos en la espesura.
El sol comienza a caer y recién entonces me detengo a pensar en lo que ha pasado en tan sólo unas pocas horas. Nos falta mucho por recorrer. Sonrío, paladeando con anticipación la aventura.
Tan sólo la mención de Sograth hace que Valdomero se estremezca.
Me inquieta. Nunca lo he visto tan nervioso. Pero confío en su criterio y si él considera que allí no seremos bienvenidos, prefiero ir hacia otro lado.
Discutimos y terminamos por ponernos de acuerdo: nos la jugaremos en el Fuerte del Mar.
[[O unas vacaciones en Fuerte del Mar]]<center>
(text-style: "smear")[TALLER DE NARRATIVA INTERACTIVA 2017]
<hr>
La aventura ocurrió entre julio y agosto de 2017.
Participaron del taller los siguientes héroes de *Matar al dragón*.
''SEBASTIÁN BAEZ''
Augusto Bletcher
''YACO BUSTAMANTE''
Lord Valdomero
''MIGUEL ÁNGEL FARIÑA''
Ángel
''AGUSTINA PIÑEYRO''
William «Will» Eldritch
''MARCOS SCHEFER''
Galahad
''GABRIEL SIMONETTI''
Eustaquio
''LEANDRO SOLARZ''
Risky Monkey
''MARCOS TRUBBO''
Sir Markoon
<hr>
**Profesores**
Cecilia Barat
Durgan A. Nallar
(text-style: "smear")[¡Muchas gracias a todos!]
<a href="http://www.gamedesignla.com/" target="_blank"><img src="http://www.gamedesignla.com/mad-tw/GDLA.png"></a>
www.gamedesignla.com
<small>Buenos Aires, Argentina</small>
<small>(text-style: "blink")[<a href="http://www.gamedesignla.com/narrativa-interactiva" target="_blank">Más información sobre el taller</a>]</small>
</center>(enchant: ?page, (text-colour: black) + (background: white))Contra toda regla y rompiendo con lo usual, parecería ser que hoy es mi día de suerte.
Hace solo un par de horas que salí con la jugosa cantidad de cien monedas de oro del casino, si es que a ese lugar se le puede llamar así. Ahora festejo bebiendo algo de whisky en la vieja cantina de la apestosa y horrible Ciudad Diesel.
Siempre que paso por aquí suelo parar en este antro a tomar un descanso. Es oscuro, con mal olor y personajes cuyas caras no se identifican con la palabra “agradable”. Pero por alguna razón aquí me siento en un lugar acogedor.
Ahora comparto mi mesa con un grupo que frecuenta la cantina: Will Eldritch, Lord Valdomero, Eustaquio, Ángel, Don José Alberdi, Augusto Betcher, Risky Monkey y otros que no había visto antes. No los conozco mucho pero parecen saber algo acerca del “Nido del Dragón”, ese lugar que -según las historias- promete fortuna y riquezas para quien logre encontrarlo. Al parecer tienen una pista. Tal lugar se encontraría al sur de Ciudad Diesel.
No intervengo, simplemente escucho atento. Están decididos a ir en busca del tesoro. Cuando las miradas de la mesa se centran en mí como esperando algún tipo de aprobación, les digo que hoy es mi día de suerte, que quiero exprimirlo al máximo y que estoy decidido a ir al nido solo o con quien quiera acompañarme. Al parecer la mayoría se siente animada con mi comentario.
Un tipo acodado en la barra escucha nuestra charla. Se acerca y se sienta en la mesa con suficiente confianza, como si nos conociera. El tipo viste bastante elegante como para ser de Ciudad Diesel. Tiene un par de implantes mecánicos, su rostro permanece oculto y podría presumir sobre conocimientos arcanos sin suscitar desconfianza de los presentes. Una vez sentado saca un puro y pide fuego.
Will lo mira desafiante y buscando su encendedor deja ver su arma como para intimidar aunque al tipo parece no importarle. Augusto, más rápido que Will, también saca un encendedor muy raro que enciende una llama terriblemente grande que sorprende al tipo misterioso. Da un par de pitadas al puro y luego de dejar salir algunas bocanadas de humo de su boca busca en su bolsillo y ofrece un puro a Don José Alberdi, que hace un momento le solicitó con mucho respeto, le convide uno.
El tipo nos mira a todos y se presenta diciendo “mi nombre es Harrod y sé cómo llegar al Nido del Dragón”. Guarda silencio y se nos queda observando sin decir nada. Casi en tono de grito le digo “Mi nombre es Galahad y quiero que me digas con qué fin nos vienes a decir esto a nosotros”. El tipo me hace saber que quiere su parte de la recompensa.
Mientras el resto de los presentes tratan de sacarle información yo analizo en mi cabeza toda la situación y aunque el tipo no parece un granuja sigue sin convencerme. Cuando uno vive una vida de cazarrecompensas es muy común toparse con imbéciles tratando de vender información falsa o sacar alguna tajada de la ignorancia de los novatos.
El tipo está por decir algo cuando un estruendo irrumpe la bochinchera tranquilidad que hay en la cantina. El silencio absoluto se hace presente y todos dirigimos la vista hacia el lugar del ruido. Son cuatro enormes guardias androides armados con escopetas de doble caño que casi tiran abajo la puerta al entrar.
Harrod se levanta de su silla y corre hacia la cocina con la velocidad de un rayo. Un guardia se apresura y lo persigue mientras los otros se quedan vigilando la puerta. Nos quedamos atónitos tratando de entender qué diablos acaba de pasar. Lo sucedido me hace cambiar casi de inmediato mi opinión respecto a Harrod, quien ahora creo, estaba diciendo la verdad.
En la cantina, comienza a sonar la música y todos vuelven a los suyo como si nada hubiera pasado.
[[Asquerosa sabandija escurridiza]]
[[Una mesa de aventureros->Taberna]]Se escucha un golpe seco y un grito controlado de dolor desde el bar. Sé que es Eustaquio. Es el más bravucón de todos, le gustan las cosas claras.
No dejo que eso me desconcentre, voy hacia la asquerosa pared donde está la puerta de salida. Sabemos que se fueron por ahí, pero hay que ser cautelosos. Will abre y sale disparado, ¿qué sospechas tendrá para estar tan apurado? Antes de seguirlo fabrico una trampa con mi fiel soga.
Intentaré con ella voltear un androide. Salgo pero no sigo el camino de Will, sino que trepo por las paredes del bar para evitar ser visto.
Un sonido metálico estruendoso. ¡Éxito!. Un androide cae y su creador debe estar sufriendo espasmos en este momento. Nada me hace más feliz. Subo hacia el techo del bar buscando divisar al extraño entre una multitud.
Veo al desgraciado, pero pierdo contacto con el grupo y no consigo avisarles. Debería encontrarlos. Al bajar la mirada los veo a todos en el tumulto. Menos a Augusto. Sé bien lo que está haciendo, y por suerte lo hace.
Los androides van cayendo y tan solo uno queda en pie. Markoon tira su hacha para finiquitarlo. ¡Mierda!, le pegó a una señora. Pobre. Miro hacia la esquina donde vi por última vez al perseguido, y nada. No hay rastros.
Corro hacia allá sin pensarlo mucho. Al llegar al otro lado, me asomo hacia el exterior y me doy cuenta que todo se volvió un auténtico caos. Toda la gente de la Taberna, corre aterrada. Todo está descontrolado. Puedo escuchar los gritos.
Me considero un tipo con suerte, ya que veo a alguien conocido por ahí. Ese es... *Euuss... Eusti...*, bueno, ya. No lo puedo perder de vista, así que me uno a él.
-¡Apártense ciudadanos, vayan a sus casas y déjenme perseguir al malo!
De repente y entre la multitud, se escuchan estruendos fuertes, dos para ser más precisos. Algo así, como si dos grandes pelotas estallaran, cosa que vuelve loco a todo el mundo.
No solo era la cantidad de gente, sino que todos corrían para diferentes lados del cagazo. Sin embargo, me mantengo firme a mi paso. Por suerte tengo un buen sentido de la orientación.
Cuando se despejó la calle, vi a *Esta... Eusta...* enfrente mío. Y cuando le grito un buen: *¡EUSTACIO!*, me doy cuenta de dos cosas. La primera es que no me escuchó. Y la segunda, es a lo que le apunta con su pistola: ¡un puto Androide!
-¡Vos sí que no te me escapás, cerdo! ¡¡¡Te vas a comer mi hacha toda reluciente de... WILLIAM MORRIS!!!
Tiro el hacha de tal manera, que hace una curva en el aire. Se escucha un estruendo y veo entonces, que la cabeza metálica del robot vuela en pedazos. Pero no fue por mi ataque. Fue un tiro muy certero de *Eustacio*.
Mi hacha, en cambio, terminó incrustada en la pared, llena de sesos, enterrada en la carne de una vieja que pasaba. No tengo suerte.
[[Lo mal que estamos haciendo]]
[[Una mesa de aventureros->Taberna]]Las gotas de sudor bajan desde mi cuero cabelludo, se deslizan por mi cara para soltarse en el mentón y hacerse mierda contra el piso. Respiro agitado y estoy pálido. Con lo feliz que estaba ayer... hoy ya tuve que cagarla.
Me acerco al cadáver de la vieja para recuperar mi arma. Siento las miradas de los demás penetrándome el cerebro, apuñalándome como un psicópata asesino. Basta ya. Tengo que volver en mí.
-Disculpen... -llego a decir mientras, saco mi hacha de la sien de la vieja, que cruje- Mi objetivo era otro. Miro de reojo la cara partida en dos. La vieja me está mirando, me mira mal, y muere.
Necesito respirar profundo, y hacer lo que hago en estos casos… que odio de mí. “Quise darle a la chatarra de allá…” Apunté hacia el androide destrozado, mostrándome fuerte. “Pero no llegué a tiempo. En fin, error humano”. Pobre vieja. Es cierto que no le quedaría mucho tiempo, pero tampoco se merecía un hachazo en la cara. Bah... ¿Y si era una vieja chota?
Veo que *Eustacio* aún está acá y que se acercan los otros chicos de mi mesa. Uno pela una varita y, haciendo chispas, marca un camino hacia el Tipo misterioso. Justo lo que necesitaba para la situación.
-¡*Eustacio*, vamos! Por las dudas, vos disparás primero -le digo apurándolo.
Ambos corremos por el camino marcado, cuando se siente una fuerte explosión detrás. No sé qué fue, pero no puedo distraerme. Necesito encontrar a ese tipo.
Al llegar al callejón, vemos que el Tipo está siendo acogotado por uno de esos Androides del orto. Tengo mi hacha en la mano, listo para lanzarla, pero no puedo hacerlo. ¡No puedo hacerlo! ¡¡¡POR DIOS QUE ALGUIEN HAGA ALGO!!! (Bueno, suena dramático. Pero la cuestión es que sé que la voy a cagar. Mi única opción es esperar a que alguien haga algo. No puedo quedar en ridículo dos veces. Yo sé que esta gente es buena. Sé que van a disparar y salvar al Tipo Misterioso).
Se escucha un disparo y el brazo del Tipo vuela a la mierda. ¡¡¡LA PUTA MADRE!!! (Esto no es dramático, es real). El que disparó en este caso fue Will Eldritch. Ah sí, de él no me olvidé el nombre. Puedo ver cómo su cara cambia y su mano empieza a temblar. No pasa nada. Si le hubiese volado la cabeza del tiro podría sentirse en mi lugar, pero aún no.
Enseguida, *Eustacio* se adelanta y pega otro tiro. Le da al androide en la cabeza. ¡Wow, sos una máquina chabón! En sentido figurado, claro. El metal y el tipo caen al suelo. Mis compañeros y yo nos acercamos.
Necesito otro respiro. Prefiero alejarme un poco de la situación para hacer guardia alrededor. Aún puedo escuchar el sonido crujiente de los huesos de la vieja separándose de mi hacha. Busco en mis bolsillos y asomo mi pato de goma. Increíble que lo haya encontrado en el Bazar de Ciudad Diesel. Apuesto a que nadie el día de hoy sabe lo que vale este muñeco. Por lo menos para mí. Los buenos recuerdos me calman.
*Eustacio* se acerca y me apuro a guardar el patito. Su intención es hacer guardia también. Aprovecho y miro la situación. Hay lío.
Si bien el Mago parece que curó al Tipo, *Gala...* *Gálaga...*? le apunta en la cabeza con una escopeta. ¿Nos habrá mentido? ¿Acaso todo este caos fue al pedo? Veo que uno saca algo del bolsillo del Tipo. Un tubito oxidado con una cinta roja. Me voy acercando para ver mejor la situación, cuando me percato de un detalle... SIR GALAHAD, cómo no... con su mano “Libre”, está sosteniendo una pistola para bajar al primero que se ponga en contra.
Acá vamos de nuevo. Es hora de hacerlo otra vez. Me acerco y golpeo el suelo con el hacha boca abajo, al lado de la cara del loco este. Galahad sigue insistiendo por el tesoro. Ojo, no pienses que no me interesa. Miro al Tipo. Entre bronca, odio, impotencia y sufrimiento, escupiendo sangre y diciéndonos "lo mal que estamos haciendo". Lo mal que estamos haciendo. Realmente mal.
De un escopetazo, Galahad le vuela el otro brazo.
[[Una mesa de aventureros->Taberna]]Solo siento dolor. El golpe retumba en todo mi cuerpo, puedo escuchar en mis huesos el tabique romperse. ¡Hijos de puta! Me acerqué a los androides, pero ni tiempo a hablar me dieron: me recibieron con un culatazo en la cara. ¡Hijos de puta!
Me toma un tiempo recuperar mis pensamientos. La sangre sale a chorros y rebalsa de las manos que tratan de contenerla. La siento correr por la pera y el cuello. Estos cacharros no suelen comportarse así. Son como perros del poder, pero la correa la tienen incorporada en formato DOS. Esto es algo groso, alguien está interesado en el enano.
Cuando los androides empiezan a moverse recién noto que uno de los nuestros está junto a mí. No veo quién es porque tengo toda mi atención (excepto la parte de mi cerebro que sigue concentrada en el dolor punzante en mi cara) en los tres androides que entran a la cocina. Los sigo a una distancia segura.
Seguirlos es fácil, uno de ellos tropieza y desde el piso se le escapa un tiro que casi le rehace el peinado a uno de los nuestros. Conteniendo la risa, sigo mi camino. Una parte de mi quiere detenerse y encargarse del androide del suelo. Una bala en su cerebro positrónico y problema resuelto. Pero hay cosas más urgentes, aunque mi nariz diga lo contrario. Se me une a la persecución Markoon, lo veo sonriente con su hacha en la mano. Le hago una señal con la cabeza y sigo. Es bueno tenerlo al lado en este momento, lo conozco y sé que me cuidará la espalda.
El tumulto nos recibe ni bien salimos a la calle. Los robots se abren paso entre la gente. Y nosotros, detrás, hacemos lo mismo. Nos sacan un buen trecho y se alejan a cada paso. No puedo dejarlos escapar. Entre la gente se asoma un hombre, un espacio crece a su alrededor. Es Galahad. Tiene en la mirada una alegría exultante y en su sonrisa un dejo de locura, además en su mano el arma desenfundada. ¡Bang! ¡Bang! Los dos tiros resuenan en el callejón.
Todos corren alejándose, salvo las dos figuras plateadas que ahora se dirigen derecho hacia Galahad. Will intenta llevárselo de ahí, ambos forcejean. ¡Es mi turno! El momento que espero hace rato. La pistola sale rauda, dispuesta a escupir plomo. Una de las cosas que aprendí en los negocios es que algunas veces la persuasión no alcanza y hay que tener tácticas un poco más agresivas. El tuerto Scott era el mejor en eso. Él me enseñó a usar la pistola como los vaqueros de las historias: que la mano se mueva sola. El recuerdo se esfuma mientras la bala vuela hasta destrozar el cuello del primer androide.
[[Caos y tranquilidad]]
[[Una mesa de aventureros->Taberna]]Todo es caos. La gente corre en todas direcciones. El humo de las pistolas baila elevándose al cielo. Los restos de los androides tiran chispas y una vieja yace con un hacha clavada en donde solía estar su cara.
Estoy tranquilo. Miro la escena como una película. Mi mano guarda la pistola. Busco al grupo con la mirada.
-¡Vengan, juntémonos y rajemos de acá antes que se arme más quilombo!
Qué bueno es tener un mago entre nosotros. Con magia todo es más fácil. Me recuerda cuando mi madre me decía que estudie, que con mi intelecto podría llegar a ser mago. Podría haberla escuchado pero decidí seguir el camino del dinero. Diez años como asesor de comerciantes gordos, ¿y qué tengo? Cien patacones. ¡Maldita suerte! Escupo al suelo.
Lord Valdomero, el mago, encuentra el camino por donde se fue el duende. No necesitamos ni mirarnos para decidir seguirlo. ¡Tenemos que encontrarlo!
Detrás se escuchan explosiones, veo a Augusto ir hacia ellas. Insensato, es mejor mantenerse unidos. No puedo preocuparme de él ahora.
El brazo vuela en pedazos. Will le dispara al tipejo que buscamos, mientras forcejea con el androide. Su cara verdosa, ahora expuesta, transpira y hace muecas extrañas. Podría ponerle una bala entre esos ojos saltones. Puede que lo haga.
Ya no tengo el factor sorpresa, acercarme más está descartado. Mi arma silba cuando aprieto el gatillo. Un tiro demasiado difícil. Todos dudan y miran anonadados. Se imaginan la cabeza del hombrecillo explotando en un amasijo de sangre y sesos. Yo mismo dudo del resultado. Pero lo que explota son los cables y chips que tiene por cerebro el androide.
Mientras los demás se encargan del interrogatorio -tortura y magia incluidos- me tomo un momento para recobrar el aliento. Las explosiones crearon monstruos de humo que se elevan sobre los tejados. Aprovecho para limpiarme con la manga la sangre que se escurre desde mi cara hasta el cuello de la camisa.
Mientras tanto miro alrededor. Noto las dos escopetas de Galahad. Su actitud desafiante no me gusta. Lo último que necesitamos son peleas internas. Menos ahora que el humo se dirige hacia nosotros. Eso nunca es un buen presagio.
[[Es momento de huir]]Primero los escucho, luego puedo verlos con toda claridad. Vienen los refuerzos de los androides. Trato de contarlos pero aún están lejos, por suerte. Ya es momento de huir.
-¡Hacia la derecha! ¡Estamos cerca de la puerta de la ciudad! –grita Risky desde los tejados. Nuestro hombre mono siempre nos brinda una visión periférica.
Corremos en grupo hacia la puerta. Tres guardias distraídos nos bloquean el paso. Si fueran humanos hablarían, pero los robots están ahí parados. Con sus ojos/foquitos perdidos en la distancia.
Un mal presentimiento me golpea en el estómago. Estamos corriendo como locos hacia ellos. Esto solo puede terminar mal. Freno mi carrera y me aparto del grupo. Atento con mi mano derecha en el mango de la pistola. Siempre me gustó analizar la situación antes de actuar. Mientras más información podamos recabar antes de hacer la primera jugada mejor. Aunque siempre está el riesgo que te ganen de mano, mi nariz puede dar testimonio de eso. ¡Ja! ¡Otario! Pero ellos perdieron mucho más que yo. Así que mantengo mi idea, mostrar las cartas muy rápido puede ser fatal.
Will intenta engañar a los guardias. Lo miran atónitos. Markoon corre con su hacha pero no logra golpearlos. Galahad cubre a todos con aceite. Maldición sabía que esto iba a pasar, no tenemos coordinación en el grupo. Si no atacamos como una unidad no podremos sobrevivir mucho en un viaje como éste. Solo dependeremos de la suerte.
El ruido de un robot a mi espalda me obliga a voltear. Veo con horror cómo un androide gigante, controlado por Augusto, dispara tres misiles. Sigo la trayectoria de los misiles, que impactan en los androides como una bola de fuego.
Cuando el humo se disipa veo a Markoon en calzones todo chamuscado. Corro hacia él y con la ayuda de algunos más huimos de la ciudad.
Los que estaban a lomo del androide gigante caen de su espalda ni bien salimos. Y la enorme mole de metal sigue corriendo solo hacia el horizonte.
Podemos observar a los guardias androides seguirlo. Río. ¡Máquinas idiotas!, van a seguir en esa carrera inútil por el resto de sus baterías. Si fuera un hombre menos práctico podría hacer una analogía con la humanidad, pero se lo dejo a gente más pensante, si aún queda algo como un filosofó en este mundo. No creo que nadie tenga tiempo para pensar tonterías.
Por suerte escapamos casi ilesos de la ciudad. Parece un final, pero adelante se abre el mundo. Los caminos se pierden en el horizonte, junto con nuestras miradas. Nuestros pasos parecen insignificantes ante estas distancias. Pero no queda otra que arrancar.
[[Una mesa de aventureros->Taberna]]Casi al mismo tiempo en que los muchachos se levantan y encaran hacia la cocina, sin levantar sospechas, me acerco a la barra para hablarle al cantinero. Tengo la esperanza de obtener algo de información sobre este misterioso personaje que acaba de desaparecer.
El cantinero está asustado y no emite palabra. Trato de sonsacarle algo cuando siento un golpe a mis espaldas. Es Eustaquio, está en el suelo con la nariz rota y la cara en sangre que gotea, cubre su cuello y mancha su ropa. Acaba de recibir un culatazo de escopeta propiciado por uno de los droides.
Me acerco para ayudarlo e intento calmar a las máquinas. Tal vez mi simpatía me salva de que me partan la cara a mí también. El pedazo de chatarra me invita a retirarme con un grito robótico que hiela la sangre.
Ahora, alejado de los droides contemplo la situación apoyado contra una pared de la taberna. Creo escuchar unos disparos que vienen de la cocina. Los tres droides corren alertas hacia allá, armas en mano.
Los disparos siguen pero ya fuera del recinto. Desde la parte trasera para ser más exacto. Gano la calle por la puerta del frente que está de nuevo liberada.
Rodeo la taberna y me sitúo en posición segura. Veo que la calle, mugrienta, se extiende hasta lo que parece ser un tumulto de personas. No sé si se trata de algún evento festivo o es simplemente una feria comercial, pero es el lugar perfecto para que una asquerosa rata escurridiza se esconda.
Me acerco con sigilo y me mezclo entre la gente. Una vez dentro busco a Harrod, pero no logro ver nada. La ansiedad me recorre el cuerpo desde los dedos del pie hasta la cabeza. Desenfundo a Betty, mi amada, hermosa e incondicional calibre 50 que siempre llevo encima. Acto seguido, efectúo dos disparos al aire que producen un estruendo que para mis oídos no es más que una bella musiquita. La multitud se aterra y reina el caos. Yo, trato de encontrar a la sabandija.
Alguien me dedica un insulto. Es Will Eldritch que se muestra bastante enfadado conmigo. Al parecer frustré algún tipo de plan. Will me agarra del brazo y me saca de allí. Dos de los droides de la taberna se dirigen hacia nosotros apuntando sus escopetas.
Corremos con Will, mientras escuchamos cómo uno de los droides es abatido por un disparo certero del vengativo y feliz Eustaquio, quien venía persiguiendo a las dos porquerías por detrás.
Mi linda Betty señala a la oxidada cabeza de la chatarra restante. Como es de esperar aprieto el gatillo con una sonrisa divertida y disfruto del espectáculo visual que supone ver la combinación de aceite, metal, tuercas y tornillos volando por todas partes mientras esa vieja cabeza de hojalata revienta en mil pedazos.
Casi al mismo tiempo un hacha volando por el aire, que hubiera impactado en la cabeza del droide si yo no hubiese disparado, sigue su curso hasta incrustarse y partir en dos la cara de una vieja que estaba en el lugar, al parecer desarrollando su oficio de mercader.
El resto de peatones y comerciantes se disipan y solo quedamos en escena mis compañeros, la vieja de la cara partida y yo. Pero ni rastro de la asquerosa sabandija escurridiza.
[[Mi linda Betty]]
[[Una mesa de aventureros->Taberna]]El silencio se hace presente. Solo se escucha el sonido de las moscas. Me acerco a lo que queda de la señora del hacha clavada buscando alguna documentación que acredite su identidad pero no consigo encontrar nada.
Noto que los droides, ya fuera de combate, pueden prescindir de sus escopetas doble caño. Me llevo una para que le haga compañía a mi linda Betty. En eso estoy, cuando veo un sendero marcado por una brillante luz color celeste. Es un hechizo de rastreo que acaba de invocar Lord Valdomero para dar con el paradero de Harrod.
Al mismo tiempo, nos llega una terrible explosión que parece venir desde la parte delantera de la cantina. Nos miramos atónitos, hasta que una segunda explosión, menos fuerte, se deja oír.
Debatimos brevemente qué hacer. Will y el resto deciden seguir a Lord Valdomero. Risky prefiere trepar al techo para conseguir mejor visibilidad. Augusto, contrario a los demás, va a investigar de qué se tratan las explosiones. Yo también sigo el camino marcado por el joven mago, estoy decidido a encontrar el Nido del Dragón cueste lo que cueste.
Apenas seguimos el rastro, cuando vemos lo que parecen unas siluetas forcejeando. De cerca se ve más claro: el maldito y escurridizo Harrod ha sido atrapado por un droide. Will, sin avisar ni decir nada, desenfunda su arma y dispara tan innecesariamente que destroza el antebrazo de Harrod. Eustaquio continúa la acción con otro disparo, que impacta la cabeza del droide dejándolo fuera de combate. Risky, de manera rápida, ata con una soga al imbécil de Harrod. Y Lord Valdomero, sana con magia las heridas producidas por el atolondrado disparo de Will.
Mi paciencia se agota, cargo mi bonita y nueva escopeta y coloco su doble caño frente a la cara de Harrod. Con un grito bastante intimidante le digo: “¡Ya mismo quiero que me digas donde está el Nido!”. Betty está muy atenta y lista para volarle la cabeza a cualquiera que intente oponerse a mi acción. Al parecer, y por suerte para ellos, mis compañeros se muestran a favor de mi iniciativa e incluso prosiguen con el interrogatorio. No obstante, sigo sintiendo que el maldito de Harrod nos está tomando el pelo.
Muevo la escopeta unos centímetros hacia la derecha y disparo contra el brazo sano que le queda. Junto con el estruendo puedo apreciar cómo su miembro de carne sintética se destroza y un líquido que simula ser sangre salpica mi ropa y mi cara, y ensucia a algunos de los presentes. A juzgar por sus alaridos de dolor, Harrod sufre. En un tono más calmo, le digo: “Querido Harrod, dime dónde queda el Nido o lo próximo que va a estallar es tu cabeza”.
Mis compañeros guardan silencio y mi Betty sigue lista como siempre. Observo que Risky toma algo del bolsillo de Harrod, mientras Lord Valdomero realiza otro hechizo. El ahora muy malherido Harrod parece que por fin va a decirnos algo...
[[El viaje no va a ser tranquilo]]
[[Una mesa de aventureros->Taberna]]
Harrod se retuerce del dolor y al menos una decena de droides se nos acercan con rapidez. Risky trepa la columna de un edificio y desaparece. Los demás echan a correr. Yo sigo enfadado, pero cargo al hombro al maltrecho Harrod, no sin antes amenazarlo con la muerte.
Corremos a toda velocidad. El peso que supone la asquerosa carga que llevo me fatiga. Tras unos minutos por fin estamos ante el final del corredor, donde se divide en dos caminos. Risky, desde la altura, suelta un grito: “¡¡¡¡Hacia la derecha está la salida!!!!”. Todos seguimos de manera casi natural el camino indicado por nuestro compañero.
Unos pisotones enormes parecen acercarse desde una de las calles laterales, me preocupo bastante y como precaución apoyo mi mano sobre Betty. Al observar veo al jodidamente genio de Augusto sumándose a nuestra fuga. Viene montado en una enorme máquina súper androide que tengo alguna idea de cómo logró controlar el muy maldito.
A los droides que nos vienen persiguiendo, se les suma a otro montón que persiguen a Augusto. Son poco más de veinte. Todavía conservamos una distancia suficiente como para ejecutar algún tipo de táctica.
Casi no siento las piernas y me es difícil comprender por qué todavía se siguen moviendo. Un pequeño giro en el camino nos pone cara a cara con lo que parecen ser las puertas de Ciudad Diésel. Los rostros se nos llenan de emoción, no obstante saber que la salida está custodiada por tres droides y que otros veinte nos pisan los talones.
El siempre impecable Will toma la iniciativa y encara la puerta al grito de “¡Hombre Herido!”, haciendo alusión a Harrod que yace sobre mi hombro. Los tres droides fijan la vista en Will, lo que me da tiempo suficiente a sacarle la tapa a una lámpara de aceite que llevo encima.
Siguiendo los pasos de comedia de Will, también me acerco gritando “Hombre Herido”. Cerca de los droides, con un movimiento rápido tiro al suelo a la escoria que llevo encima y rocío de aceite a
todas las malditas máquinas. Lamentablemente Markoon en un acto estúpido por querer golpear a uno de ellos con su hacha queda debajo de la lluvia de aceite. Las máquinas ahora se fijan en mí y entran en modo combate.
Me llega la voz de Augusto que dice “¡¡¡Salgan del Camino!!!”. En forma inmediata dispara desde el súper droide tres misiles teledirigidos cuyo objetivo son los custodios de la puerta. Una explosión terrible nos lanza unos cuantos metros hacia atrás dejando todo en llamas, inclusive Augusto cae al suelo y se da un buen golpe en la cabeza. Los tres droides que custodian la salida están destruidos. Y Markoon se encuentra casi al borde de la muerte, consecuencia de la explosión.
Logro recobrar el aliento y aunque siento un dolor inmenso en todo el cuerpo soy consciente que debemos largarnos ya mismo. Los droides que nos vienen persiguiendo están ahora bien cerca y estoy seguro se sumarán muchos más después del espectáculo que acabamos de montar.
Risky, Valdomero y Augusto suben al lomo del androide, quien además también carga a Harrod. Will, Eustaquio y yo llevamos al moribundo Markoon. Corremos a la par del súper androide, que hace ruidos extraños, larga mucho humo, chispas y parece no estar funcionando correctamente.
Cruzamos la puerta. Estamos fuera de la ciudad. El paisaje es la entrada a “Desolación del Sur”, un terreno yermo, seco y caluroso donde se respira muerte y soledad. Una sucesión de losas hundidas entre la arena caliente marca el camino. Detrás nuestro la humareda de la explosión nos da algo de tiempo para planificar el siguiente movimiento.
El súper droide emite un ruido mecánico y comienza a moverse para todos lados. Augusto, Risky, Harrod y Valdomero caen y ruedan sobre la arena. La enorme máquina comienza a correr de manera errática echando humo y escurriendo chorros de aceite. Los droides que nos persiguen ya están cruzando el umbral de humo negro. Aprovechando la distracción que está creando el súper droide nos escabullimos entre los arbustos desde donde observamos a los venticinco droides que corren hacia la máquina defectuosa.
Sin mover un solo músculo de nuestro cuerpo, nos mantenemos escondidos durante cuarenta minutos. El humo de la entrada se disipa, el sonido de las sirenas y alarmas de la ciudad se apagan y al parecer no hay señal de droides cerca.
Desde donde estamos podemos seguir en camino recto por Desolación del Sur hasta llegar a Fuerte del Mar, un lugar peligroso lleno de personajes sombríos y bien conocido por ser la cuna del mercado negro. También podemos tomar uno de los caminos que llevan a Sograth, la famosa ciudad de los brujos, aunque todos saben que allí odian a los magos y creo que no sería buena idea ir con Lord Valdomero y llegar con el maltratado Harrod, a quien por cierto quiero asesinar.
Discutimos largo rato. Risky parece interesado en dar su opinión pero a nadie parece importarle. Saca y muestra un extraño tubo que, según él, había encontrado en uno de los bolsillos de Harrod al atarlo. El tubo contiene una nota misteriosa. Nos amontonamos junto a Risky y la estudiamos aunque no entendemos lo que dice. Solo hay una dirección y una firma. Se trata ni más ni menos que de “Mamá Gorda”, la famosa tienda de todo tipo de cacharros y provisiones que se encuentra en Fuerte del Mar.
Mientras el sol se pone y el cielo se tiñe de naranja, nos ponemos de acuerdo en que la tienda de Mamá Gorda es nuestro próximo destino. Aunque sabemos que es peligroso decidimos adentrarnos en Desolación del Sur para cruzar el monte en forma recta hasta Fuerte del Mar. ¿Encontraremos en Mamá Gorda información acerca del Nido? Aun no lo sé, pero puedo sentir que el viaje no va a ser tranquilo.
Mi linda Betty, por su parte, sabe que una divertida aventura nos espera.
[[Una mesa de aventureros->Taberna]]